Sombras.
NUESTROS
ÁNGELES [62]
¡Qué ensordecedor día!
Hasta las sombras parecen hablar
y en medio de chillidos y gritos, despierto.
Una lora de verde traje fomenta el desorden
y unos perros bulliciosos,
con
ella parecen jugar.
El día pinta y es maravilloso despertar,
es bueno decir que hay sombras que hablan,
que el ruido es vida,
y
la vida esa nube que pasa
deja la huella oscura de nuestro propio destino,
y
continúa pegada de la luz
que
nos vuelve ausentes ante nuestros ojos.
Ayer el perrito Gay de Dorita me sorprendió,
un peluche de mullida seda blanca,
el amigo de a ratos entre sonrisas y ladridos
detrás de su amor, y ella ni lo vio,
cuando a un paseo del que nunca regresaría
sin saber, lo invitó.
Se apagó esa alegría del rostro de todos
un amor inigualable marchó,
sobre el asiento trasero descansado
viendo a su ocaso soñado que el aliento le robó.
Ahora corre detrás de sus doncellas vestidas de nácar
que navegan en el cielo azul.
Cada segundo nos dibuja una estrella,
nos
regala una lágrima,
pero en el devenir de cada historia hay un mensaje claro,
en cada sorpresa del día se dona una experiencia de vivir
de proclamar que la vida es ya,
no
mañana como siempre creemos,
tomadas de cualquier mano,
arropadas
de esas miradas de ángeles
que a diario parecen tomar nuestra vida
sin aún comprender esa extraña razón.
Ayer fue mi canario,
mi vecino de mucho tiempo que alegró mi hogar,
marchó ese día,
una
niña herida temblaba en mis brazos
y mi bebé, mi Vero de ojos azules en un
instante resucitó
ante mi sorpresa de llegar a casa,
y encontrar a otro niño de plumas doradas
con
su mirada al sol.
Siempre lo dijo mi madre:
los animales ángeles son,
ellos dan su vida por nosotros.
Quien no lo comprenda
que
los ame sin medida,
y entenderán mi razón.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 9/13
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