CON
MI POTRA MORA [49]
19
de abril de 2014 a la(s) 19:53
Parecía rebelde,
¡pero era tan dulce!,
que al sentir la voz del jinete,
silenció el ruido del viento,
para escuchar al ruiseñor.
Ahí
lo vi, con ese encanto de macho
que
sabe arriar a su yegua.
Esa
piel de tonadas de arena,
y
ellas embelesadas ante su belleza
se
fueron arrodillando,
para
que el jinete las viera.
Se
doblegó ante la pampa,
ante
la garza morena…
Descubrí
en sus ojos un brillo
que
no tienen los de afuera
que
se ponen pequeñitos,
el iris se encuentra en su cielo
y
su pecho latiendo con fuerza
con
olor a limonero.
La
niña se hincó ante el ardor de sus ojos,
era
su voz el alivio a tantos golpes del camino.
Susurrante
le decía: mi yegua, te quiero conmigo…
Linda
princesa, por ti surcaría los mares,
treparía
las montañas sobre tu lomo ligero.
Atraparía
una gaviota en vuelo,
para
darte más consuelo.
Ella
agachó el rostro, sin saber qué decir…
Resoplaba
doblando su fuerte cuello
como
quien se humilla ante el amor,
y
de sus manos espera no el látigo
sino
el roce de sus dedos.
Montó
el caballero,
ella
feliz alzó la mirada...
No
sintió ni un solo golpe,
sino
que el cantor le habló al oído,
un
pasodoble tal vez,
una
charanga,
una
cumbia,
un
bolero…
Certeza
fue que la polvareda los ocultó
y la
potra mora,
veloz como si alas tuviera,
desapareció
en lo más oscuro de los cerros,
con
su precioso llanero.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
enero 14/13
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