lunes, 21 de enero de 2013

CANTAR DE GAVIOTAS [36]

CANTAR DE GAVIOTAS [36]

Han levantado vuelo…
Sólo el bullicio de ayer ha quedado,
la huella de un paso de trinos y cantares
donde hoy, el mutismo encerrado con candado,
y las rocas, las eternas que nunca viajan
esperan el regreso de un ave,
que marchó  temprano.

A lo lejos escucho un gemido…
Si las olas violentas atacan
espuma viajera se decanta en la arena
y una huella se esfuma… pasa…

Navegante perdido:
¿En dónde quedaron tus manos?
He buscado en el oscuro rincón mis remos
pero tal vez han sido olvidados,
desechados a la orilla del camino.

Aquí  la prisa no vale
ni alcanza a llegar el verano.
El bullicio de sus aguas esconde un murmullo
de voces que ayer fueron alma,
de plumas que mece la brisa
y una ola furiosa eleva 
y luego transita la calma.

Entre un lecho de rocas
el marrón se viste de lama,
muertos elefantes marinos parecen
y en su interior de voces calladas
la luna los baña.

Mis blancas paredes guardan sus ecos,
parecen de gorrión que bate sus alas
y entre chillidos y quejas descubro
que se crecieron tanto,
que me han olvidado.

¡Cuántos arrullos y besos!… ¡cuántas caricias!
Hoy miradas hostiles olvidaron mis manos.
Se olvidó de mi leche tibia y dulzona
del regazo que abrigó temprano.

Una noche en blanco pasó,
viendo sus dulces trajes
sedas rosas y azules
son la infancia que nos roba los días
y sus llantos endulzan lo duro de la vida.

¡Arrúllame espuma viajera!…
Que  las oleadas me arropen sin miedo
bañada de las lisonjas del mar,
oculta, mezclada con el salobre de los ojos
que desde el amanecer limpia el rostro
para en un segundo regalar brillo
a nuestras pocas alegrías.

Déjame escuchar a mis niños,
levantarán vuelo en cualquier atardecer.
Que no me hagan enmudecer dolida, sin una caricia;
que mis palabras broten como manantiales
y ellos escuchen sin herir más el corazón.

Tal vez estoy vieja… ¡sólo un poco!
No he olvidado húmedos pañales
ni sus rostros en donde al ver mis manos,
se llenaban de luz.
Parecían luciérnagas en la noche
mis luceros azules,
esperando un madrigal de mi boca.

Raquel Rueda Bohórquez

Barranquilla, enero 21/13




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