domingo, 18 de noviembre de 2012

USO Y ABUSO DEL PAPEL


USO Y ABUSO DEL PAPEL 

Hoy hablaré porque mis amigos me lo han pedido, casi suplicando que cuente la historia del periódico, una historia de una gran familia 17 hijos, los primos que llegaban y se quedaban, los amigos y tíos que compartían siempre una sonrisa y se abrazaban con cada alegría, y se prestaban los pañuelos con ese amor de familia que parece que hoy  lo distancia la tecnología. 

Pues bien
, un amigo habló sobre el uso del periódico pero como abusiva recordé la historia de ésta familia –que no es la mía por supuesto- sino otros que ruedan por ahí por el mundo, donde se abusaba no sólo del periódico sino de los tiquetes que los pasajeros tenían que entregar al ayudante. Todo era reciclado, ahora es que hablan de reciclaje y esas cosas, pero esa familia reciclaba todo y le buscaba utilidad a lo que parecía desechable.

De sencillas cosas porque podemos hablar de cada mueble envejecido y contar su propia historia, de la cintilla pegada en la pared donde se colgaban los cepillos de cada uno, con una marca diferente ya fuera en el color o quemado en cierta parte, de las vasijas de metal que otros botaban donde siempre florecía una begonia o sobre los rojos tejados en el patio donde alguna vez florecieron las orquídeas con aquélla boñiga fresca de vaca que solían traer para que a partir de allí brotaran nuevos tallos.

¡Qué bonito ver ese sillón viejo de color rojo, que alguna vez fue de la sala!...
Tierno recordar que por muchos años fue el sitio más respetado de ésta familia, ahí cerca de la cocina donde el olor a café recién tostado levantaba todos los ánimos y las sonrisas se esparcían como lluvia de estrellas por el hogar.

El árbol de ciruelos españoles que tantas alegrías nos brindó y alguna vez también la tristeza que conté cuando las ancianas decidieron derribarlo, ellas no las podían comer pero tampoco ningún niño que se atreviera a probar de esa miel agridulce que se hacia agua en las bocas de los llorones, que parecían primates colgados de sus ramas.

Cuántos amigos que ya no están… jóvenes primos que no vieron un nuevo atardecer, tíos que se los robó el tiempo cruel de la violencia, tantas y tantas historias que parece se quedarán en el olvido, pero entre la maraña de la vida de esa tela que aún queda, una historia que nadie contaría está por salir a la luz pública.

Esa madre en la cocina en la tarea de gigantes ollas, aprisa pues llega el mediodía… la bulla, las canciones, los gritos, las peleas… sus piernas llenas de venas engrosadas y esa calma en su mirada como un arroyuelo de verdores, donde a ratos, en oscuros rincones la encontraba sollozando con un rosario en sus manos.

Es una historia donde se pierde el apellido, donde las marcas quedan de lado, aquí no hay diamantes ni perlas brillantes, sólo vida, sólo cantar con la brisa y el olor de las hormigas despertando el hambre de un nuevo día.

Dorita… la de siempre y por siempre hacendosa abeja en su panal coge, recoge, acusa…
Pero siempre brilla lo que sus manos tocan, y allá estaba cuchillo en mano con un gran arrume de periódicos y una caja de cartón.

¡No olvide los tiquetes! –Reclamó el viejo del sillón rojo-
¡Ahhh!... cierto que sí… ya voy por ellos dijo Dorita presurosa…
Y después de terminada la tarea, los enganchó en el alambre del baño.
Era de lujo… creo que Pablo  fabricó uno, pues estudiaba en una escuela industrial, un palo de madera redondo y una varilla al centro, un porta papeles moderno y el inventor fue ese hermano bromista.

Ahora, cuando éstos recuerdos han retornado gracias a un cuento… una carcajada advierto de tantas y tantas en las que el viejo se agarraba de la barriga y se ponía morado de la risa…

¡Papá!... ¡me acabo de limpiar con el señor alcalde!
Y al rato… ¡ja ja ja ja! Adivinen a quién me tocó… nada más y nada menos que a la Directora del Colegio y me ayudo un poco con el doctor X o Y…

Y recordar los reclamos de Dora es lo más gracioso de la historia, dando quejas a los viejos: ¡Cómo le parece mamà… semejante arrume de tiquetes y ya los acabaron todos!
¡No sean tan desconsiderados! ¡Ayuden a economizar!...

Y aquélla vez donde un pretendiente muy elegante de una de las chicas llegó como invitado de Bucaramanga y tuvo la desfachatez de llevar papel higiénico al baño, ¡qué rabia!…recuerdo aún las palabras: ¡Pendejo creído!, ¿qué se creerá?... ya ese filipichín me cae gordo… ¿por qué razón no se limpió el culo con los tiquetes como todo el mundo?, y éste recuerdo perduró para toda la vida en medio de carcajadas pues la novia lo dijo muy en serio.

Así cada día nos reíamos de la vida, y el periódico no sólo fue utilizado para todos los servicios religiosos de mi amigo Andrés, sino que fue el redentor de una carga económica en la familia, donde todos los paisanos pasaron por ahí, sin importar apellido, raza, género, titulo…

Cuando se enteren tal vez se enojen un poco, pero la vida ha de ser así de simple y buena como el papel robado de los árboles y reciclado por una familia que sólo aspiraba a vivir en paz y sonreír, aunque a ratos el dolor fuera tan profundo que sólo los recuerdos de las alegrías serían quienes mitigarían las penas.

Una feliz navidad para todos mis amigos 2012-2013

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 16/12


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