¿ QUÉ PIENSA LA ABUELA?
Bendice señor el pan sobre mi mesa,
Que mi lengua no perturbe ni mis manos sean ociosas
Que nunca levante un cuchillo ni clave una daga, aún si hubiese un motivo
Calmar mi ansiedad en días de hambre y sed
Tomando de tu copa llena de esperanza.
Que no digan que estuve sin trabajo
cuando me cerraron puertas y ventanas
Y mi corazón viajó al infinito en tu búsqueda.
Me recreo con cada flor del camino y aunque muchas veces triste
Busco en el alar de las palomas un nuevo motivo.
Calma la mano del hombre para que no derribe
Que sea sembrador y constructor de montañas
Una flor nueva guardada donde el desierto dejó llanto
Una sombra oscura diluida ante el paso de tu mano.
Abriga a quienes tienen frío de amor y ausencia de verdad
Que sus almas retornen a tu sendero plantado de justicia
No permitas que vuelen y blanqueen la mirada sin antes recapacitar
Y una bandeja llena de tus delicias, adorne mi mesa y la comparta.
Ancianos desvalidos en las calles,
Locos que se roban de la miseria los desechos
Tanques llenos de comida que se pudre,
Frascos llenos de vanidad que nunca tendrá el aliento de tu huerto,
Es aquí donde el prodigio de tu mano ha de llegar
Que las miradas no se pierdan y las manos no roben
ni arañen el vientre de mi madre
Para sacar el corazón como un rubí
que se tornará pálido ante tu mirada.
Bendícenos señor, aún a quienes han colocado rocas a mi paso,
Que sea fructífera tu obra en nuestros labios
Un camino tomada de una mano abrazada a un sueño
Cumplido hoy sobre una mesa
donde ayer cantaron los sinsontes
La voz de mi madre se dobló primero que mis rodillas
Y sus ojos hicieron que una flor ausente perfumara.
Que un madrigal cada día sea un motivo tuyo en mis manos
Mis dedos copiando tus palabras con tu propia verdad
La hipocresía marchando en caballo negro
Desvestida en el fuego y arrojadas sus cenizas al desierto.
El amor como un ramo de rosas rojas, siempre adornando nuestra mesa
Con la envidia a tiro arrastrada junto a la soberbia y el orgullo
Los males que acaban con todo lo que nos has dejado.
Abriré los ojos y ahí estarás…
El café caliente tiene tu perfume
y un pedazo de pan tibio será tu propio aliento
levantando mi ánimo y regalando tu consuelo siempre
Aún a pesar de que a veces te olvidamos.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, octubre 17/12
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