
Fotografía de Liz Álvarez- Sur de Chile/12
A UN AVE
Estaba ahí cuando pasé…
¿A quién puede importar un ave?
Solo plumas que se dejan mecer
Y se aleja en un atardecer
Con sus alas pintadas de plata.
Detallé sus rojizos ojos y me parecieron rubíes
Era una mirada de ángel lo que me observaba
Su pequeño pico sólo llenaba de dulzuras a sus crías
Y en detallar sus plumas me embelesaba…
Tenía sobre su espalda la tierra mía…
El rojizo de su lomo me pareció una montaña
Las nieves de su cuello el gran Nevado del Huila…
Mientras su pecho se adornaba de negros
Como un mensaje de lo triste de la vida.
Sus pequeñas patas aún sin conocerlas las creí rojas
Como la sangre que corre por las venas…
Como el escarlata que tiñe mis montañas de orquídeas
Y las primaveras de doncellas de una tierra cualquiera.
Se adornó su estancia de pequeñas flores azules
Como el cielo que vigilante esperaba
Y un aroma penetró el estero,
Con una lágrima que me hizo agachar la mirada.
Bajo su pecho tenía las perlas de su corazón
Las resguardaba aún con su propio dolor
No le importó cámara que robara su figura
Ni el tamaño de su depredador.
Poco a poco se ensombreció el nido
Levantó vuelo la pequeña un poco asustada
Alguien de su hogar hurtó sus joyas
Ella sólo voló… extendiendo sus enormes alas
Y con un triste canto se perdió en el cielo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 2/12
Detallé sus rojizos ojos y me parecieron rubíes
Era una mirada de ángel lo que me observaba
Su pequeño pico sólo llenaba de dulzuras a sus crías
Y en detallar sus plumas me embelesaba…
Tenía sobre su espalda la tierra mía…
El rojizo de su lomo me pareció una montaña
Las nieves de su cuello el gran Nevado del Huila…
Mientras su pecho se adornaba de negros
Como un mensaje de lo triste de la vida.
Sus pequeñas patas aún sin conocerlas las creí rojas
Como la sangre que corre por las venas…
Como el escarlata que tiñe mis montañas de orquídeas
Y las primaveras de doncellas de una tierra cualquiera.
Se adornó su estancia de pequeñas flores azules
Como el cielo que vigilante esperaba
Y un aroma penetró el estero,
Con una lágrima que me hizo agachar la mirada.
Bajo su pecho tenía las perlas de su corazón
Las resguardaba aún con su propio dolor
No le importó cámara que robara su figura
Ni el tamaño de su depredador.
Poco a poco se ensombreció el nido
Levantó vuelo la pequeña un poco asustada
Alguien de su hogar hurtó sus joyas
Ella sólo voló… extendiendo sus enormes alas
Y con un triste canto se perdió en el cielo.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 2/12
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