EL INGENIERO 2
De nuevo el mar...
allí soberbio y altanero
pródigo y gentil...
Hoy al despertar,
tenía todo para levantar de nuevo
a la sombra de las rocas fuertes...
de las palmeras bulliciosas con sus cantares
del sol bravío sobre sus livianos tejados.
También la pesca milagrosa...
pequeños gigantes que se extinguían de a poco
donde los barcos robaban todo con sus grandes mallas
dejando sólo lo que sus redes no alcanzaban.
Observó con ánimo renovado...
Allí estaba todo el material de nuevo...
Ésta vez colocaría unas bigas fuertes
y sobre su tejado ramas de colores que traían las olas...
El ingeniero observó su obra terminada...
Faltaban los escalones para que su bella no tropezara...
la observó con sus humedecidos ojos, estaba agradecido
ningún sol tenía su brillo, ninguna mañana su alborada...
Se acercó y la tomó por la cintura...
aún asistía aquél calor que no entibiaba la brisa, ni el hambre...
observó sus enormes dientes, que sobresalían de un rostro desgajado
y se perdió... sin importar el huracán violento que se acercaba.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 9/12
De nuevo el mar...
allí soberbio y altanero
pródigo y gentil...
Hoy al despertar,
tenía todo para levantar de nuevo
a la sombra de las rocas fuertes...
de las palmeras bulliciosas con sus cantares
del sol bravío sobre sus livianos tejados.
También la pesca milagrosa...
pequeños gigantes que se extinguían de a poco
donde los barcos robaban todo con sus grandes mallas
dejando sólo lo que sus redes no alcanzaban.
Observó con ánimo renovado...
Allí estaba todo el material de nuevo...
Ésta vez colocaría unas bigas fuertes
y sobre su tejado ramas de colores que traían las olas...
El ingeniero observó su obra terminada...
Faltaban los escalones para que su bella no tropezara...
la observó con sus humedecidos ojos, estaba agradecido
ningún sol tenía su brillo, ninguna mañana su alborada...
Se acercó y la tomó por la cintura...
aún asistía aquél calor que no entibiaba la brisa, ni el hambre...
observó sus enormes dientes, que sobresalían de un rostro desgajado
y se perdió... sin importar el huracán violento que se acercaba.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, julio 9/12
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