jueves, 28 de junio de 2012

UN CAMINO QUE NO MIENTE

Foto: UN CAMINO QUE NO MIENTE

Es rocoso el terreno, las piedras son muchas, los cardos son espinosos, el dolor no sana pues las heridas una tras otras nos entristecen, y en ésta búsqueda incesante  terminamos por aceptar que creamos o no en Dios, es la única  salida válida y todo lo que hagamos nos debe conducir a esa blanca luz que nos llama.

Creerle a Dios y no a los hombres, confiar en que cada piedra lanzada injustamente a los demás, cada actitud en contra de otros,  las piedras que colocamos  en el camino a sabiendas de que estamos abusando de la fe de  los demás, nos ha de llevar a confiar sólo en Dios, de ahí una palabra bíblica que tantas veces se repite: “Maldito el hombre que confía  en el hombre”…  

Jesucristo es la única verdad que nos conducirá a Dios, y todos tenemos que doblar las rodillas, perdonar es la tarea más difícil, cada mala acción será juzgada una a una, será cobrada con nuestro propio dolor, y es aquí cuando tenemos que ser fuertes, para aceptar lo que a cada uno nos toque en el camino, con lo que hayamos hecho a nuestros hermanos.

Es tan fácil darnos golpes de pecho, ir a misa cada domingo y rezar miles de rosarios, pero si no existe la verdadera voluntad a partir de nuestra boca, de no dañar a los demás, toda oración, para que nos escuchen y vean, no tiene ningún sentido, engañaremos a los hombres, pero  a Dios no… él conoce cada  cabello, cada  suspiro de nuestro pecho y cada acción que conduzca a dañar a otros.

Esclavizamos, torturamos, matamos, herimos, robamos, acabamos con plantas y animales, dañamos los ríos y cañadas, nuestra ambición sin límite nos lleva a causar daño a otros injustamente, miramos a los demás seres como inferiores a nosotros y sabemos que la muerte nos iguala;  grandes y pequeños, la muerte de una hormiga no será diferente a la muerte de un elefante, es aquí donde Dios pide nuestra mirada, es en su obra donde él reclamará y hará justicia, que no nos creamos seguros en medio de nuestras falsas riquezas, en nuestros desórdenes para vivir; en nuestras arrogancias; vendrá en cualquier segundo nuestro juez a pedir cuentas, y será justo, no con la justicia de los hombres, sino con la verdadera que no tiene una sola mentira  y es clara como el cristal.

Hemos de buscar éste camino, esa única luz,  y es tarea de todos encontrarla, y cada uno en su corazón sabe lo que ha hecho a través de su vida, nuestro jefe nos pedirá cuentas… debemos estar preparados porque para llegar a él  no sólo se llega con rosarios y oraciones, sino con actitudes verdaderas de amor, “Lo que hagas con alguno de mis hermanos más pequeños,  conmigo lo harás”.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 25/12

UN CAMINO QUE NO MIENTE

Es rocoso el terreno, las piedras son muchas, los cardos son espinosos, el dolor no sana pues las heridas una tras otras nos entristecen, y en ésta búsqueda incesante terminamos por aceptar que creamos o no en Dios, es la única salida válida y todo lo que hagamos nos debe conducir a esa blanca luz que nos llama.

Creerle a Dios y no a los hombres, confiar en que cada piedra lanzada injustamente a los demás, cada actitud en contra de otros, las piedras que colocamos en el camino a sabiendas de que estamos abusando de la fe de los demás, nos ha de llevar a confiar sólo en Dios, de ahí una palabra bíblica que tantas veces se repite: “Maldito el hombre que confía en el hombre”…

Jesucristo es la única verdad que nos conducirá a Dios, y todos tenemos que doblar las rodillas, perdonar es la tarea más difícil, cada mala acción será juzgada una a una, será cobrada con nuestro propio dolor, y es aquí cuando tenemos que ser fuertes, para aceptar lo que a cada uno nos toque en el camino, con lo que hayamos hecho a nuestros hermanos.

Es tan fácil darnos golpes de pecho, ir a misa cada domingo y rezar miles de rosarios, pero si no existe la verdadera voluntad a partir de nuestra boca, de no dañar a los demás, toda oración, para que nos escuchen y vean, no tiene ningún sentido, engañaremos a los hombres, pero a Dios no… él conoce cada cabello, cada suspiro de nuestro pecho y cada acción que conduzca a dañar a otros.

Esclavizamos, torturamos, matamos, herimos, robamos, acabamos con plantas y animales, dañamos los ríos y cañadas, nuestra ambición sin límite nos lleva a causar daño a otros injustamente, miramos a los demás seres como inferiores a nosotros y sabemos que la muerte nos iguala; grandes y pequeños, la muerte de una hormiga no será diferente a la muerte de un elefante, es aquí donde Dios pide nuestra mirada, es en su obra donde él reclamará y hará justicia, que no nos creamos seguros en medio de nuestras falsas riquezas, en nuestros desórdenes para vivir; en nuestras arrogancias; vendrá en cualquier segundo nuestro juez a pedir cuentas, y será justo, no con la justicia de los hombres, sino con la verdadera que no tiene una sola mentira y es clara como el cristal.

Hemos de buscar éste camino, esa única luz, y es tarea de todos encontrarla, y cada uno en su corazón sabe lo que ha hecho a través de su vida, nuestro jefe nos pedirá cuentas… debemos estar preparados porque para llegar a él no sólo se llega con rosarios y oraciones, sino con actitudes verdaderas de amor, “Lo que hagas con alguno de mis hermanos más pequeños, conmigo lo harás”.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 25/12

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