Anderson Rueda Lora Q.E.P.D.
Mi mono hermoso, queda tu recuerdo, quedan tus ojos, tus charlas bullangueras siempre felices, tus alegrías que se escuchan en los rincones, toda esa bondad que siempre mostrabas ante los demás y ese carisma maravilloso, ¡qué mala hora!, cuánto hubiésemos deseado verte con tus hijos y una familia a tu lado, pero ésta fue tu suerte, no sufrir en un mundo lleno de odios, rencores y envidias, allá todo es luz, y navegas como un águila sobre las nubes, y observas todo con deleite y no sientes hambre, ni sed, sólo alegría que se escucha cada mañana cuando al trinar las aves te presiento y cuando al volar de nuevo sé que vas a la casa de tus padres.
Vigilante serás cada día de nuestros pasos, nuestro ángel de blancas alas y sonrisa bella, aunque el corazón parezca inconsolable, ya llegará el momento de aceptar tu partida o tal vez nunca llegue, pero mientras tanto, no te alejes de nuestras vidas ni te ahuyenten las tempestades que se anuncian pues siempre te amaremos y ésto nadie lo robará.
Como una esmeralda que se se fundió sobre la roca fuerte, ahí estarás mi corazón, con el verdor maravilloso que se extiende por las praderas y esa será tu alma que llegará como un suspiro de nuestros corazones cuando te pensamos y sentimos tu presencia a nuestro lado.
MADRINA.
Barranquilla, junio 6/12
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