miércoles, 13 de junio de 2012

COSITAS

Foto: COSITAS...

Qué malo desperdiciar el tiempo odiando, criticando, censurando a los demás, cuando hay tanto por hacer en un mundo donde se valoran más las cosas que los seres vivos, más un celular que un paseo en familia, más una traición que un abrazo franco, preferimos hartarnos de licor, vanidades y comer hasta el vómito con extraños que sólo nos vaciarán los bolsillos, que con nuestros propios hijos o compartir con nuestra familia o alguien que esté necesitando de todo eso que desperdiciamos.

Qué bueno sería que cada uno de nosotros pusiéramos en una libreta las cosas buenas y malas que hemos hecho y quemáramos las dañinas, pero tenemos apego al dinero, a la fantasía, a lo que brilla como el oro y no lo es, es aquí donde me suelo preguntar: ¿qué carajos estoy haciendo aquí?... ¿a qué vine?, y todo me parece una mentira, tal vez si desde ya empezara a cambiar, a sacar toda esa basura que tiene atosigada mi casa y me tiene con tanto trabajo, tendría tiempo, todo el tiempo que tal vez no suela ser nada, o sea todo,  para  detallar ese segundo del ocaso donde el sol decide ponerse de todos los colores.

Por ahora, creo que me quedaría bien ir a misa a darme unos golpes de pecho, a confesarme de nuevo, mañana empataré y seré perdonada, mientras descanso de hablar sola y de mirar una pared en blanco.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 10/12
Imagen: Animal story

COSITAS...

Qué malo desperdiciar el tiempo odiando, criticando, censurando a los demás, cuando hay tanto por hacer en un mundo donde se valoran más las cosas que los seres vivos, más un celular que un paseo en familia, más una traición que un abrazo franco, preferimos hartarnos de licor, vanidades y comer hasta el vómito con extraños que sólo nos vaciarán los bolsillos, que con nuestros propios hijos o compartir con nuestra familia o alguien que esté necesitando de todo eso que desperdiciamos.

Qué bueno sería que cada uno de nosotros pusiéramos en una libreta las cosas buenas y malas que hemos hecho y quemáramos las dañinas, pero tenemos apego al dinero, a la fantasía, a lo que brilla como el oro y no lo es, es aquí donde me suelo preguntar: ¿qué carajos estoy haciendo aquí?... ¿a qué vine?, y todo me parece una mentira, tal vez si desde ya empezara a cambiar, a sacar toda esa basura que tiene atosigada mi casa y me tiene con tanto trabajo, tendría tiempo, todo el tiempo que tal vez no suela ser nada, o sea todo, para detallar ese segundo del ocaso donde el sol decide ponerse de todos los colores.

Por ahora, creo que me quedaría bien ir a misa a darme unos golpes de pecho, a confesarme de nuevo, mañana empataré y seré perdonada, mientras descanso de hablar sola y de mirar una pared en blanco.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 10/12

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