jueves, 10 de mayo de 2012

SOCORRO BOHÓRQUEZ PEÑALOZA Q.E.P.D.




SOCORRO BOHÓRQUEZ DE RUEDA (MI MADRE) 

Hoy madre mía siento un hielo extraño en mi corazón, tal vez el de tu ausencia y levanto la mirada al cielo haciendo de nuevo preguntas que nadie responderá.
 A sólo unos días de la pérdida de nuestro hermoso muchacho Anderson, hoy tenemos que llorar por tu partida, en medio de cánticos que deseabas , pues decías que no lloráramos por quien muere, sino que entonáramos cánticos al Creador con felicidad, pues ya el dolor había marchado y con él todas nuestras lágrimas y también la agonía y la desesperanza.
Las palabras son interminables para hablar de una reina como tú, una mujer plena, con tantas virtudes adornando tu existencia donde con lágrimas recogías las cosechas; y con tus labores arduas sembrabas esperanzas;  abonando terrenos con tus oraciones y tu inmenso cariño y bondad hacia los demás.
Te diré que nuestro amor por ti será eterno, que no quiero recordar tu gran dolor,  donde nunca pronunciaste una maldición, sino que siempre mirabas al cielo y proclamabas a un Dios grandioso que te aliviaría en medio del tormento de los cables, las agujas partiendo tu pecho casi en dos, lastimando tu suave piel llenándola de llagas internas que robaban la poca sangre que tenías, como una mujer triste y abatida finalmente por el dolor que nos hace implorar nuestra muerte.
A una madre como tú … adornada con las más bellas flores;  con ese olor a rosas en el invierno de nuestros ojos y la agonía de nuestro corazón, aún suspirando la partida tan triste de tu nieto amado, que hasta ahora conocerás su destino callado por todos,  pero que en medio de tu sabiduría lo nombrabas, “el hombre de la estrella negra en la frente”,  “el gran partido de fútbol a donde tendríamos que asistir todos, donde un arco se convirtió en pedazos retorcidos sobre el piso y unas luces no se encendieron a tiempo; y un corazón joven y bello dejó de soñar mientras blanqueaba la mirada; mirando al horizonte, sin una despedida; sin un cálido abrazo de una madre, de un padre que lo llora sin comprender la razón, y muchos amigos que gimen ausencias de seres amados perdidos por la imprudencia de los locos de las carreteras a quienes no les importa la vida.
Mamita, tal vez no te pedimos perdón, al menos yo no lo pedí pues creí que tendría muchos años más a tu lado, egoísta de mí, cuando tal vez preferí otras cosas , cuando las ocupaciones nos absorbían mientras siempre esperabas que alguien viniera por ti o estuviera ahí contigo viento tu telenovela preferida: LA QUE NO SABÍA AMAR , mientras sonreías y abrazabas como una dulce y hermosa anciana llena de candores.
Imaginé que cuando ya sanaran tus heridas… pero no fue así; ellas se agrandaron y cuando el cansancio me venció en medio de gemidos y tristeza, con el agitar veloz de tu pecho,  con las manos levantadas anunciando un sol… cerraste los ojos.
Nos tomó por sorpresa en medio del silencio y la oscuridad, y en un segundo ya no estabas madre amada de mi corazón.
Tengo la certeza de que Dios te escuchó y también cuando las rodillas se doblaron por ti,  ya estarías de viaje, con tu maleta, tu pequeña maleta que pocos sitios conoció en éste largo camino de tu existencia, siempre plantada en medio de tu hogar, esperando a tus cachorros, con esa amplia sonrisa como el sol dorado en medio del mar y al levantar tus alas, la placidez de tu rostro sin tormentos; pareciera hablar de un mañana donde nos encontraremos y ya todo será olvidado , mientras vislumbramos un poco más  allá de las estrellas un dorado más luminoso que el sol que alumbra nuestro planeta.
Madre  bella, ni con nuestra vida pagamos todo el amor que recibimos de tu parte, toda la bondad, buenos ejemplos y dulzura, nunca te olvidaremos.
Siempre te veremos con el rosario en la mano, y ese libro desgastado donde miles de oraciones repetías a diario sosteniendo las cometas de nuestra propia vida con ellas.  Te prometí que conocerían uno de tus hermosos poemas y el encargo tuyo, está aquí en el día de las madres, mi mamita poetisa, el encargo de tu poema está en mi corazón y espero me ayudes a cumplir esa promesa.

A  LA AUSENCIA
Una fresca mañana de octubre
En éxtasis de amor me encontraba
Yo pensando en mis hijos,
Con temor meditaba:
¿Serán todos felices?
¿Tendrán lo necesario?

A mi oído llegóme un murmullo
Y sus voces cual susurro de palomas,
Que a casa, felices  llegaran.

El ardor se encendió  en mi pecho
Con la fuerza de amor que brotara,
Al alzar mi mirada hacia el cielo…
De mis ojos cayeron  las lágrimas…

Comprendí que la ausencia es muy dulce
Y a veces también es amarga…

Cuando es dulce en amor, en ternura, en deseo,
En caricias que trae la brisa…
Sensación de perfumes que embriagan,
Y cual hilo de inmensa cometa,
Nos mantiene prendidos… a pesar de la enorme distancia.

Al sentir cuán amarga es la ausencia…
Gran tristeza se siente en el alma…
En el pecho se siente una piedra, que ahoga… que abrasa…
Y nos hace sentir el deseo,
De volar…
Como vuelan las águilas.

SOCORRO BOHÓRQUEZ DE RUEDA
Barranquilla, octubre de 1989










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