miércoles, 18 de abril de 2012

A PIERRE ADEL MURILLO

A PIERRE ADEL MURILLO


¡Qué tristeza!, para mí no hay poemas…
¿Pero acaso los necesito?... 
¿Sabías que soy una mujer de hierro?
¿Que mi fortaleza, está en mis delirios, 
y mi flaqueza en mi corazón?
¿Que amo a los lirios de la tarde, 
y mis ensueños, los tejo sobre sedas rojas?

¿Comprendes poeta, que la tarde silencia 
mientras se agita mi pecho,
que mis manos tejían sueños entre las violetas,
y mis ojos bordaban mariposas de colores?

Nunca esperé un solo poema de nadie, 
pues tú los tenías todos…
Todos los entregaste, 
con ese juvenil encanto de tus primaveras.
Tus rodillas dobladas, 
con un intenso amor de verdores anunciados,
y me perdía locamente, a ciegas, entre tus brazos.

Era cálida la noche, tibia la mañana…

Dibujé mi piel en la tuya… 
La noche estrellada escuchó nuestros besos.
Las caricias eran nuestros tesoros ocultos, 
tú, danzante tras tus mariposas azules,
y aún hoy, no ha envejecido el sentimiento, 
ni se han borrado los segundos
y esa boca tuya, con olor a chicle fresco a ramitos de limón
aún siento, aún adormecen ésta roca caliza 
en la que me convertí.

Miro hacia ese cielo azul… 
Eres el lucero más brillante de mis noches.
Busco esa oscuridad sobre el resquicio de mi ventana
y ahí estás, mágico poeta de mis sueños, 
que no niegan tu tiempo.

Niño consentido sobre mis rosados pezones. 
Suave boca tibia con sabor a caramelo,
y de nuevo, un suspiro ahonda mi herida 
y esa ausencia tuya, torna en llanto.

Callada oración que se desvaneció con la brisa…
¿En dónde estás mi cariño tierno? 
¿En dónde tus escritos de amor?

Quedaron tal vez tallados 
en la roca quebradiza de mi corazón
y aquí presiento que morirán y renacerán, 
si de nuevo,
sobre ese jardín tan añorado, 
vuelvo a extender mis brazos y te encuentre
convertido en mariposa azul,
besando mi piel, 
absorto en la delicia
de mis pétalos encendidos.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, abril 15/12

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