viernes, 16 de marzo de 2012

"NO TENGO"...


“NO TENGO”

Era un viejo conocido, siempre andaba con su carona, su mal genio se pegaba y llenaba de tristeza, aunque se pretendiera sonreír siempre “no tengo”, con sus respuestas desarmaba  hasta al más fuerte.

Salió aprisa, no tengo tiempo para despedirme de nadie, para regalar un abrazo, una sonrisa… llega aprisa, corriendo, golpeando fuerte la puerta, hasta algunas veces reventar los vidrios pues todos debemos tener tiempo para atender a  “no tengo”.

Esa vieja gorda que anda por ahí, tal vez nunca debió conocer a “no tengo”, pero a veces el destino pareciera cruel y yo no tengo dinero para decir que voy a salir corriendo y buscar otra vida, o no tengo el suficiente coraje para cambiar mi historia.

Hoy es uno de esos días, en que la vieja gorda reniega de su suerte… ¡por qué yo…! alguna vez estuvo a punto de dejar todo; pero  alguien se atraviesa en sus decisiones, debe haber una fuerza interior poderosa que impide las cosas, la vieja solo lloriquea, se queja, se deprime,  se mira al espejo una y otra vez, se compara de nuevo con aquélla joven de hace muchos años que era tan feliz; observa que el tiempo es agresivo te lastima, te agacha todo, te absorbe las carnes, te hincha, inflama, adormece, tortura…

Ahí está de nuevo… con esa agresividad que pareciera arañar el alma… tal vez esté tan necesitado de amor como la gorda, pero estoy segura de que la flaca lo consiente cada vez que él desea, consiente su billetera, le corta todos los pelos, le lame todos los rincones como una perra en celo, pero  a la gorda eso ya no  le importa… desea una historia nueva para contar… que ese Dios ilumine su vida de nuevo…

Aunque rezara mil rosarios, las rodillas se pelara, contara una y mil veces sus cuentos repetidos una y otra vez, ya todos están cansados de escucharla y prefiere muchas veces callar… sólo observar y esperar…

Tal vez mañana… dice la gordita que hasta bonita está hoy… sus bonitas piernas para un Botero, sus nalgas fuertes aún, tal vez hablando con el pintor  su historia sobre un cuadro en la pared fuera diferente y así… alguien la vería con otros ojos, ya no tendría que escuchar esas palabras tan odiosas que la desarmaban y que eran la constante humillación a su existencia pasajera: “no tengo” y  el óleo pudiera hablar y responder: “Vete a la mierda!  Porque ya no escucharé nunca más esas palabras ni podrás ultrajarme una vez más.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, marzo 14/12








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