sábado, 14 de enero de 2012

RETORNO A CASA (39)


RETORNO A CASA (39)


Hola mi corazón,  sentirás nostalgia por muchas cosas, por dejar ese sueño atrás, por las expectativas que no se cumplieron, por los desaires recibidos de una gente extraña que poco te conoció, y por el cariño verdadero de la sabiduría encontrada en esas hermosas damas que a pesar del dolor sufrido por los errores ajenos, levantaron un país en medio del dolor y sufrimiento de millones de seres inocentes.

Me gustaría que reconocieras que Dios tenía una misión contigo al enviarte allí, no sólo era conocer, ni trabajar, ni hablar un idioma extraño, sino tal vez que en medio de tus momentos de regocijo o tristeza, encontraras en tu interior aquello que todos nos preguntamos: ¿Qué hacemos aquí? ¿cuál es nuestra misión y si vale la pena desesperarnos tanto por un mañana que siempre será incierto?

Aún no encuentro mi camino, pero de a poco he ido comprendiendo que por más que me angustie y desespere, no podré ir más lejos de la voluntad divina, nunca avanzaré un solo paso si Él no lo desea, y después también advierto que al pasar el siguiente día, Él me tenía reservada una sorpresa nueva, o me quería evitar sufrimientos, humillaciones, y por ésta razón me envió sin querer hacia éste rincón casi que olvidado pero que he aprendido a querer. 

Suele la soledad acercarnos a Él al escuchar melodías que nos elevan para en medio de un falso silencio, descubrir otras miradas que me aman sin condiciones. Es aquí donde me ha enviado, pues conoce hasta el último de mis cabellos y percibe mi angustia interior.

He descubierto que aún a pesar de la escasez de muchas cosas, siempre hemos tenido lo necesario para sobrevivir, sin lujos, modestamente, bajo un techo donde nadie nos sacará, sólo el gobierno cuando haya atraso con los impuestos y que hemos evitado deudas, que son finalmente quienes absorben nuestras energías.

¡Qué bello aprender a vivir!, gozar con lo poco y alegrarnos con el canto del papayero que con su gris vestido, advierte cada día, que es tan feliz comiendo ramas verdes como alimentarse de los más ricos frutos que por ésta temporada son escasos.

Quiero cariño mío que aparezcas como siempre con tus ojos húmedos pero no de tristeza, aquí también se cultivan sueños y los girasoles levantan el rostro al amanecer cuando el sol radiante los besa y en silencio elevan una oración de agradecimiento; en la tarde su rostro se inclina otra vez con la misma finalidad y nos parece que es mentira, en su callada existencia reconoce que hay un Creador de todo, Él es nuestro ánimo con cada suspiro y aliento de nuestro pecho.

Te quiero mucho, nuestros brazos están abiertos para ti, no todo será color de rosa, pero a lo lejos cuando una suave lluvia refresque nuestro Oasis, verás que un gran arco iris se elevará de nuevo para surcar el espacio de nuestra patria y que todos lo veamos y comprendamos que Él estará ahí para siempre.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 12/12

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