CUANDO CREZCA MI BRACITO (24)
Sucedió en Colombia hace poco tiempo, tal vez recorrió el mundo y no quiero dejarla pasar por lo que ella nos deja como enseñanza.
El padre había comprado un carro, su color era rojo..., era lo mejor que tenía y venía feliz; muchas personas sueñan con tener un vehículo y esa es la prioridad en sus vidas; a mí personalmente no me gusta porque es otra manera de esclavitud, prefiero tomar taxi si tengo para ello o el bus, pero para éste joven padre soñador, su carro representaba mucho; es el error grave cuando no sabemos contener la ira y nos dejamos llevar por impulsos de momento que más tarde lamentamos, pero a veces muy tarde.
Al llegar a casa encontró que su carro estaba rayado, esto lo enfureció de tal manera que golpeó en la mano muy fuerte a su hija, el resultado: clínica, hospital, dolor y muerte.
Llamaron al padre de la clínica pues el brazo de la nena se había puesto morado, muy negro y era urgente una amputación.
Con la terrible noticia tuvieron que aceptar que el pequeño miembro de la nena fuera mutilado.
A veces imagino a ésta familia y me conmuevo mucho, es un error fatal castigar a los niños, mi esposo solía ser fuerte también con sus hijos, ante todo con el niño y cuando iba a misa con él y mi muchacho inquieto como todos, lo pellizcaba con disimulo y él contenía el llanto pues llegaría un nuevo pellizco, lo miraba y no entendía de principio lo que sucedía, pero cuando llegaba a casa a cambiar su ropa, bajo el brazo empecé a encontrar grandes moretones, lo que me enfurecía.
Los castigos van y vienen sin medir consecuencias y es de tomar a partir de los errores tan dolorosos de otros, una lección de vida para nunca atropellar a nadie, menos a un niño indefenso, aprovechando nuestra fuerza y dominio sobre ellos.
La nena se empezó a recuperar. pero como niña ingenua ella confiaba en que su pequeño brazo crecería de nuevo...
Su padre llegó cierto día de visita y empezó a llorar de manera incontenible aterrado de la consecuencia de sus actos y la nena lo consintió y le dijo: "ya papi... ¡no llores!... cuando crezca mi bracito te compraré un auto nuevo, y te prometo que no te lo rayaré", ésta respuesta de la niña fue atroz para el joven padre que no soportó tanto; llegó a su casa, se encerró y se suicidó.
Una doble tragedia familiar que conmovió al país; por respeto con la familia, con la nena y con el alma del joven, no me atrevo a traer nombres, pero sí un documento escrito para que por favor, actuemos con cordura, la vida nunca se recuperará, no tiene sentido gastar nuestra vida y nuestras energías detrás de algo que no tiene más importancia que nuestra familia, es importante el amor más que todas las cosas que anhelemos, compartir cada segundo de nuestra existencia, entregar todo el cariño y ejemplo que podamos para que así nuestros hijos crezcan siendo buenas personas y el mundo cruel en el que vivimos agonice y renazca una juventud nueva con una mente lúcida para descubrir cuál es nuestra misión y el objetivo de nuestra existencia.
"Nunca el maltrato, el abuso", éstos deben quedar en el cajón viejo del olvido y ser cremado y lanzado al mar.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 10/12.
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