
DESDE MI VENTANA 4/A Bea Martin
Aquí estoy de nuevo; Beatriz continúa soñando…
Creo que su mar azul está más intenso; a lo lejos, los
alcatraces son menos, pero también estoy segura de que su sonrisa se parece a
la mía, es una mueca disimulada donde tal vez se atragantan nuestras ilusiones,
mientras ese delfín que añoramos aparece y nos muestra una gran ola, tan
gigante que nos atrapará, y nos olvidaremos del óxido de nuestra existencia.
Mi ventana aún no se ha pintado; creo que no es negligencia, sólo que no hay
para tanto y sólo sirve de asidero a un colibrí, o a un sinsonte del camino;
puede ser también que a un papayero de los que abundan por aquí, sienta algún
deseo de posarse ahí y mirar como yo, desde mi ventana, el azul cielo que es lo
que diviso, un gran árbol de mamón donde la ardillita ya no existe, pues la
mataron a piedra, y una iguana hermosa
encontraba su refugio, pero que también fue tan malherida que dejó de sufrir,
sus ojos perdieron ese brillo que aparece en el embellecido balcón de mi amiga.
Escucho la estridencia de la música, el ajetreo de un
nuevo día espera, todos esperan algo, pero decidí que me posaría sobre mi
ventana; hoy está blanca, así puedo colocar mis quimeras como en un espejo que
me retrata y me dice que debo sonreír,
que esa señora que está ahí de cabello blanco que no se le antoja teñir,
y que esas arrugas y pate gallinas son mías, pero que valen oro; nadie las tiene ahora ni parecidas, porque el bisturí hace milagros, pero
no quiero milagros que me retraten en un rostro ajeno, deseo recuperar un poco
mi figura y autoestima que pareciera haber viajado temprano; un golero
hambriento tomó mis anhelos en su pico y los dejó en un oscuro pantano.
Aquí estoy como una vieja flor de loto aun perfumando y
mirando que mis ojos tienen ese brillo extraño, la boca todavía conserva la
humedad anhelante de un beso, mi vientre aún tiembla y la piel rosa aún desea
unas manos que no se dibujen en azules nubes, sino que se deslicen con amor
sobre la carne que guarda el amor, así como lo hace la mañana cuando el sol en
el ocaso le besa y acaricia, así
deseo cada día sentir mi pecho y creer
que esto no es un fantasía, que no estoy imaginando estar viva, que la brisa
que alienta mis pulmones no es impulso para más tristezas, es nueva esperanza para sonreír ampliamente.
¡Ah!... ¡Si Beatriz supiera que mis ideales son tan parecidos a los de ella!, pero cada
día, cada segundo deseo que desde algún sitio, llegue ese aventurero amado para
ella, pero que se quede en ese balcón perfumado a rosas y ella esté ahí con una
gran sonrisa, como son las suyas, ¡amplias,
sin negación!, y una mano sobre la de ella, y yo esté aquí imaginando
que esas copas que se levantan llenas de vino rojo y seco, es un brindis para
reunirnos algún día a los cuatro, porque mi barcaza blanca que traía a mi
estrella, acaba de llegar... y sonreír... ¡si, sonreír!... los sueños están
atrapados en nuestra mente y sólo con llenar una hoja en blanco ya los habremos
realizado.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 25/11
Amiga!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! uuuuuuuuuuuuuuuffffffffffffffffffffffffffffff mil graciassssssssssssssssssssssss que bello de verdad me llegó Poetaza eres un cielo y que Dios te Bendiga, que linda eres , muchos Besos
ResponderEliminarBien Bea, sabes que gracias a tu "Desde mi balcón", me inspiré para responder con mi "Desde mi ventana" y habrás visto que éste es el cuarto... eres tu la gran poeta mi querida amiga, yo tengo tantas cosas por aprender, bendiciones recibidas y reenviadas doblemente con un abrazo y un beso. Mucha suerte para ti de verdad y de corazón te la deseo.
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