domingo, 25 de diciembre de 2011

DESDE MI VENTANA 4 (19)

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DESDE MI VENTANA 4/A Bea Martin

Aquí estoy de nuevo; Beatriz continúa soñando…
Creo que su mar azul está más intenso; a lo lejos, los alcatraces son menos, pero también estoy segura de que su sonrisa se parece a la mía, es una mueca disimulada donde tal vez se atragantan nuestras ilusiones, mientras ese delfín que añoramos aparece y nos muestra una gran ola, tan gigante que nos atrapará, y nos olvidaremos del óxido de nuestra existencia.

Mi ventana aún no se ha pintado;  creo que no es negligencia, sólo que no hay para tanto y sólo sirve de asidero a un colibrí, o a un sinsonte del camino; puede ser también que a un papayero de los que abundan por aquí, sienta algún deseo de posarse ahí y mirar como yo, desde mi ventana, el azul cielo que es lo que diviso, un gran árbol de mamón donde la ardillita ya no existe, pues la mataron a piedra, y  una iguana hermosa encontraba su refugio, pero que también fue tan malherida que dejó de sufrir, sus ojos perdieron ese brillo que aparece en el embellecido balcón  de mi amiga.

Escucho la estridencia de la música, el ajetreo de un nuevo día espera, todos esperan algo, pero decidí que me posaría sobre mi ventana; hoy está blanca, así puedo colocar mis quimeras como en un espejo que me retrata y me dice que debo sonreír,  que esa señora que está ahí de cabello blanco que no se le antoja teñir, y que esas arrugas y pate gallinas son mías, pero que valen oro;  nadie las tiene ahora ni  parecidas, porque el bisturí hace milagros, pero no quiero milagros que me retraten en un rostro ajeno, deseo recuperar un poco mi figura y autoestima que pareciera haber viajado temprano; un golero hambriento tomó mis anhelos en su pico y los dejó en un oscuro pantano.

Aquí estoy como una vieja flor de loto aun perfumando y mirando que mis ojos tienen ese brillo extraño, la boca todavía conserva la humedad anhelante de un beso, mi vientre aún tiembla y la piel rosa aún desea unas manos que no se dibujen en azules nubes, sino que se deslicen con amor sobre la carne que guarda el amor, así como lo hace la mañana cuando el sol en el ocaso le besa y acaricia,  así deseo  cada día sentir mi pecho y creer que esto no es un fantasía, que no estoy imaginando estar viva, que la brisa que alienta mis pulmones no es impulso para más tristezas,  es nueva esperanza para  sonreír ampliamente.

¡Ah!... ¡Si Beatriz supiera que mis ideales  son tan parecidos a los de ella!, pero cada día, cada segundo deseo que desde algún sitio, llegue ese aventurero amado para ella, pero que se quede en ese balcón perfumado a rosas y ella esté ahí con una gran sonrisa, como son las suyas, ¡amplias,  sin negación!, y una mano sobre la de ella, y yo esté aquí imaginando que esas copas que se levantan llenas de vino rojo y seco, es un brindis para reunirnos algún día a los cuatro, porque mi barcaza blanca que traía a mi estrella, acaba de llegar... y sonreír... ¡si, sonreír!... los sueños están atrapados en nuestra mente y sólo con llenar una hoja en blanco ya los habremos realizado.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 25/11




2 comentarios:

  1. Amiga!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! uuuuuuuuuuuuuuuffffffffffffffffffffffffffffff mil graciassssssssssssssssssssssss que bello de verdad me llegó Poetaza eres un cielo y que Dios te Bendiga, que linda eres , muchos Besos

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  2. Bien Bea, sabes que gracias a tu "Desde mi balcón", me inspiré para responder con mi "Desde mi ventana" y habrás visto que éste es el cuarto... eres tu la gran poeta mi querida amiga, yo tengo tantas cosas por aprender, bendiciones recibidas y reenviadas doblemente con un abrazo y un beso. Mucha suerte para ti de verdad y de corazón te la deseo.

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