domingo, 27 de noviembre de 2011

BUENOS Y PENDEJOS (10)

BUENOS Y PENDEJOS (10)

Estaba llegando la navidad 2011 y Dios sabía que se avecinaban días de mucho trabajo, era un tormento, porque tendría que recibir a mucha gente en el cielo, pero éste año estaba muy aburrido y decidió que pondría a sus mejores amigos a escoger, y si entre todos los que estaban haciendo fila para entrar, encontraba a un solo  santo, los dejaría pasar a todos.

Les dijo: ¡me los separan en dos filas, en la fila de la  izquierda me dejan a todos los que cumplieron con lo que les pedí que hicieran en la tierra, o al menos algo... y en la de la derecha me dejan a quien haya cumplido con la misión encomendada y fueron felices.

Empezaron a llegar todos confiados, y San Pedro y San Juan que eran los amigos de farra del Creador empezaron con las preguntas:

-Bien... ¿y dígame usted porqué considera que tiene abiertas las puertas del cielo?

-El tipo dijo: pues porque cumplí con todos los mandamientos de la ley de Dios, además nunca le fui infiel a mi mujer, nunca miré a la mujer del prójimo, nunca miré revistas porno, ni abrí en Internet páginas  vulgares donde las mujeres se abrían y mostraban todas sus porquerías..., además... 

-Antes de que el tipo terminara San Pedro le dijo:
-¡Izquierda!, ¡izquierda!, ¡el siguiente!:

- Mire San Pedro, considero que soy una santa y que merezco estar en el cielo, porque siempre rezaba el rosario, me sabía de memoria todas las oraciones, nunca fisgoneaba a mi vecina cuando metía a su amante a la casa en la madrugada, ni cuando su esposo se lo comía con la muchacha de servicio, y también porque todos los días iba a misa y me arrodillaba y cumplía con todas las penitencias que el padrecito me decía, siempre le prendía una gran veladora al santísimo.... -¡A la izquierda!

-San Pedro..., considero que fui buen esposo..., siempre llevaba a la casa la comida para mi familia, me tomaba de vez en cuando una cervecita, nunca salí a disfrutar de las cosas del mundo por no gastar el dinero que era para el sostén de mi familia y nunca llevé a mi esposa ni al parque, porque cualquier dinero mal invertido, después  era necesario para nuestros hijos..., también porque a pesar de que me gustaba mi vecina, nunca le dirigí la mirada a sus enormes y gorditos pechos, ni a sus nalguitas, ni a sus piernonas tan bellas, y tampoco la miraba cuando se bañaba desnuda y se veía al espejo..., considero que fui un hombre muy sano...  - Esta vez San Pedro estaba un poco colorado y exclamó: ¡A la izquierda con éste boludo!

Venía una gran dama muy elegante y bien vestida, y al preguntar por qué creía que podría entrar al cielo dijo: Mire don Juan (al fin San Pedro le dejó entrevistar uno al pobre Juan), nunca perdí la virginidad, y "no está la carne en el garabato por falta de gato", soy una "señorita a mucho honor" y nunca tuve hijos, porque decidí que mi vida era para el Señor y aquí estoy llena de telarañas, pero virgen..., nunca hablé mal de nadie, ni le conté a nadie que mi vecina se había practicado un aborto y que pasó por virgen ante su esposo usando salsa de tomate, ni tampoco conté que a mi hermana su esposo la engañaba hasta con la gata del vecino, pues no quería que ella sufriera,  aunque a mí también mi cuñado me gustaba, pero siempre lo mantuve en secreto...  

-San Juan estaba muy enojado y mirando a San Pedro le hizo señas y entonces el viejo le mostró el sitio: ¡A la izquierda!.

-Así fueron pasando muchos, cada uno con una historia diferente, ahora venía un viejito que cojeaba, una barba bien cuidada, venía muy bien vestido y a San Pedro le pareció que ese perfume que traía era de lo mejor que él había olido en su vida, le dijo: ¡a ver viejo, cuéntame tu vida!, ¿será que entre tanta gente no voy a encontrar a una sola persona que reúna los requisitos que el Creador me pidió?.

-El viejo tomó asiento en una gran nube, muy  tranquilo y con una amplia sonrisa  le preguntó a San Pedro que si por ahí había algún sitio donde él pudiera estar con alguna mujer, que él toda la vida vivió enamorado de las hembras, eran lo más divino que Dios puso sobre la tierra, y que sin ellas él no era nada, pero que consideraba que si en el cielo no estaban ellas, mejor se retiraba y se iba para el infierno. Entonces San Pedro lo tomó fuerte por un brazo y le dijo antes de que el viejo continuara: ¡a la derecha!..., el viejo no dijo nada y de buen agrado tomó su puesto.

- La fila de la izquierda era demasiado larga y esta vez el Creador lo puso a escoger y no quería equivocarse.  De pronto viene una anciana de ojos verdes, en la tierra tenía varios nombres: algunos le decían Sheila, otros Flor de Loto, pero él sabía cual era su verdadero nombre, ella venía riendo a carcajadas pues acababa de verle el chito a un ángel y estaba tan congelado que eso la hizo reír mucho. El ángel la miró con humildad y sólo puso su mano sobre su agraciado instrumento. San Pedro le dijo: ¡Bien, dígame abuela, por qué cree  que puede entrar al cielo y el resto no?, ¿cuénteme qué es lo que ha hecho en la tierra?, a ver cuénteme...

- La anciana dijo: ¡Pues yo no sé San Pedro, pero lo que no hicieron los de la izquierda lo hice, y también entro a Internet y miro todas las porquerías que se me da la gana, no me sé de memoria los versículos de la biblia, no rezo el rosario sino cuando mi madre lo hace y sólo cuando yo deseo, me la paso inventando poesías de amor, pero soy una vieja verde, vulgar, me gusta bailar, danzar, me gustan las danzas modernas esas que se mueven todas groseras y también  los cuentos verdes, y me enamoro de todos los viejos lindos que pueda, es más... hasta tú también me gustas... ¿será que entre tú y yo?...

-¡A la derecha!... replicó San Pedro satisfecho.

Enseguida los de la izquierda empezaron a mofarse: ¡Jajajaja para el infierno, por pecadores, sucios, asquerosos, que hiervan en la paila de don Sataaaa!

 -Chillaban como brujas en escoba nueva  y San Pedro les dijo:

-¡Al infierno se van ustedes!... sólo ellos dos calificaron para entrar al cielo... ¿quién les dijo que a la tierra los mandé a huevonear?.... ¡los mandé a vivir, a disfrutar cada segundo!, ¡abajo!.... 

Las puertas del infierno se abrieron, y don Sata con una gran sonrisa les dijo: ¡jajajajajajjajaja!... ¿ si ven?...  ¡por pendejoooos!...

¡Los pendejos nunca entrarán  al reino de Dios!


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 27/11



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