MARÍA NAPOLEONE
María Napoleone no es una gaviota errante.
Ella anidó en un corazón mustio y llorón
aún cuando sus cicatrices son tan grandes;
conlleva mis afanes, uniéndolos a los suyos,
mientras las gaviotas blancas pasan ligeras
entonando un himno de amor.
Ella cicatrizó heridas... y aún recuerda
cuando el huracán destruyó su jardín;
recogió las rosas que aún quedaron
y con una oración, me las entregó a mí.
Confió en un mañana a pesar de las heridas,
construyó de nuevo su casa
con un tierno y brillante mirador,
donde sus mustios ojos de otros tiempos
riegan margaritas y claman al Creador.
Abrazó a sus amigos,
lloró... mucho lloró...
Hoy sus lágrimas son perlas pálidas
que brotan en silencio,
cual si naciera una flor.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, oct.7/11
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