miércoles, 21 de septiembre de 2011

HAMACA DE RAYITAS (32)


HAMACA DE RAYITAS (32)

Soñar siempre en tus ojos de fuego, 
en una esperanza que duerma entre tus brazos, 
donde agonice el brillo de mis ojos 
en una estrella que se le escapa a tu luna 
y en un beso de tu pálido amor...

Te encanta que te atrapen en imágenes; 
suspiras como una niña sobre una hamaca 
y dejas volar tus pensamientos
para ser un águila asomada en el más alto risco. 

Humedades de mis ojos 
se esfuman por mis piernas,
y todavía crees en aves de cristal 
y en sueños de mariposa. 

 ¡Retoza que mi piel es ardiente, 
ya que mi boca es fuente 
de suspiros de amor por ti!

¿Qué me importa lo que otros piensen?
¿A quién le interesa que te juzguen 
cuando la esencia de la vida es el amor?... 

Siempre estaré aquí... 
Soy la flor que no se marchita, 
ni aún por el tiempo que anhela robarle sus quimeras.
Pero caerán mis pétalos sobre la aridez de los terrenos 
y florecerán frescas violetas en mi corazón.

¿Qué brillo le robaría a las estrellas?
¿Qué luna no gime en las noches? 
¿Qué sombra no te sueña? 
¿Qué mano que acaricia dulcemente, 
no te incita a una canción?

Quiero que te pierdas conmigo en mi hamaca de rayitas, 
que acaricies suavemente mis pechos, 
sin importar que el tiempo les haya mutilado, 
más el pensamiento es el mismo y mi eterno amor por ti, 
no cambiará como las nubes, 
ni se esfumará con las olas sobre los arrecifes...

El árbol de mango aún no ha muerto, 
se quedó por siempre dentro de mi piel, 
con las sonrisas que se fueron, 
con las huellas de tus pasos y esos ardientes besos con sabor a pomelo, 
con el canto ausente de tu voz y tus negros ojos de mirar inconfundible, 
en un cuerpo joven que envejeció dentro de mí.

Aún se mece con la brisa suave, 
mientras cierro mis ojos sin mirar a nadie... 
Hoy puedo decir tranquilamente, 
que las turbias aguas se alejaron, 
que una flor de loto renace en el pantano de la vida, 
y que pronto viajará sobre un cristal 
que la llevará tan lejos, que en su retorno, 
habrá olvidado que existías, 
y que marchaste sin una despedida.

¡Ven cariño mío!... 
Se anegó de acíbar mi alma,
pero ella cambia a miel
cuando las abejas le acarician
y el colibrí le penetra.

Mueve la hamaca que aún tengo el frío de tu ausencia, 
pero la esperanza de un nuevo amor, 
donde otras manos me hagan olvidarte, 
y otras brisas con olor a pino fresco retocen 
sin que revienten los amarres,
parece el sueño de una mariposa
al estrellarse contra las rocas.

La vida es un acertijo raro,
estamos con quien nos detesta
y el amor sube la cuesta,
en este despertar que ha tocado a mi puerta
con el corazón saltando
cual paloma asustada ante el filo de la muerte
que nos libera y redime ante el dolor de amar
y no ser correspondidos.


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre  18/11




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