miércoles, 28 de septiembre de 2011

LLUVIA SOBRE EL DESIERTO (3)


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LLUVIA SOBRE EL DESIERTO (3)

Deja que la lluvia se lleve todos nuestros dolores, que esparza las semillas que en duelo de amantes sembramos,¡déjala correr suavemente!, ¿a quién importan lágrimas ajenas? , ¡corre lluvia cristalina, endulza con tu miel las praderas y renueva la vida estéril, que sobre el desierto de mis penas vive!.

El cristal se desperdicia, las flores del campo abren sin pedido alguno, los ojos con lágrimas ya no conmueven, ni las mariposas idas. ¿En dónde quedaron las violetas que viajaron sin una despedida?, ¿en dónde los besos sobre pequeñas manos? 

¡Qué triste se torna el horizonte cuando la lluvia cae a raudales sin motivo alguno, ¡tal vez nos estamos volviendo viejos!, o pueda ser que el cansancio de los repetidos días, nos parezcan hojas al viento; que vivir no sirva de nada, si finalmente seremos sólo pasto reseco mojado por el frío de la ausencia, la que marcha sin retorno, sin encender una lámpara de fuego.

Quiero que los amaneceres tan renovados con las bendiciones constantes de la lluvia, nos acerquen hacia un fin verdadero. ¿Será que ahora no es importante la vida?, ¿por qué hay tantas lámparas colgadas?, ¿por qué tantos ojos tristes deambulan sin encontrar una razón a su camino?, ¡no más llanto!, ¡no más tristeza!, debemos alejarnos del dolor, se ve en cada esquina, se presiente en cada parada de bus, las miradas esquivas ya no tienen el brillo del amor y desaparecen pronto los jóvenes, sin terminar su apetecido viaje sobre lagunas cristalinas, tomados de la dulce mano de su Dulcinea, se prueban todas las frutas del placer, son tantas que ya no apetecen más, tal vez lo prohibido tiene sabor a miel y endulza el panal que hoy no existe, o todo está servido perdiéndose el anhelo de luchar.

Continúa la lluvia, más la de mis ojos sólo riega una vieja falda raída y yerta, pues el corazón no palpita ni sueña, sus canales de riego se tapan con las grasas de los dolores; la tempestad continúa, los rayos anuncian que mañana será otro día lluvioso, más seguimos sin rumbo, sin mirar al horizonte que se tiñe de oro, bañando de calor la vida, que se renueva con cada amanecer sobre los resecos pastizales.

Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, septiembre 28/11

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