jueves, 4 de agosto de 2011

CRISTALES DE SAL (47)

CRISTALES DE SAL (47)

Lluvia como torrencial aguacero, 
pequeñas lámparas de fuego
dolor salobre de mar que habita el pensamiento;
lámparas tristes que añoran palabras de fantasía,
suaves perlas pálidas de sal llenan un estanque sombrío.

Están caídas  y perdidas sin una mirada
con la transparencia que encierra la calidez y el amor verdadero,
que huye aprisa y se esfuma por los lodazales,
donde la existencia es una flor de la noche
que ante el sol muere.

Gotas púrpura enferman el corazón día a día,
no hay palabras dulces, murieron todas.
Las hojas secas se robaron el dolor y ahondan el pecho,
reposan en tristes cápsulas que no volarán nunca
se irán entre ramas verdes que se llenan de soles
y de diamantes finos que nadie acaricia
ni siente como suyos.

¿A quién importan los llantos?
La almohada se los roba y guarda
para la próxima noche.

Se alejó el  amor y la vida cansa,
hay un asomo continuo a la ventana oxidada
pensando en el ayer y en el mañana,
empapando marcos que se quedan en el rostro
y nos fundimos en el fierro viejo
de las esperanzas. 

Fieros ojos en un cielo azul
han abandonado lo que soy,
pero en el lodazal negro 
resucitan hermosas flores
sin ser amadas ni tocadas,
en capullo aún caen 
y se funden con la tierra
que las parió. 

Pienso en una caricia tuya, 
en un enredo de manos, 
en todo lo que ahora es ajeno
y se estanca una roca en la garganta
que me impide llorar. 


Raquel Rueda Bohórquez 
Barranquilla, agosto 4/11

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