jueves, 23 de junio de 2011

LLUVIA FRESCA (7)


LLUVIA FRESCA (7)

Cual asustadiza gacela llegué,
encontré un poco turbio el camino
casi me espanté...

Alguien me tomó entre sus doradas manos:
el ángel guardián de mi corazón,
me mostró los caminos de la vida
que brotan en palabras y se escriben
y quedan plasmados en cándidas páginas
donde el amor se iza como bandera.

Nadie me advirtió de peligro alguno,
las redes no pueden arañarte...
Nadie puede tocar tu blanco rostro,
nadie manoseará tus senitos pequeños
ni hurgará tus entrañas hasta hacerte llorar...

Sólo manos que atraviesan el corazón,
palabras que no lastimen;
esas se desbocaron en río de agua dulce
y desembocaron en mi río.

Son suspiros de amor limpio.
Mira hombre de fuego como me tienes,
Soñando nuevamente.
Hoy viajé sobre lomo de mula ligera,
me escondí entre los cafetales,
me extasié observando tu amor
sobre tu nido de blanca paloma.

Hoy robé tus pichones y los llevé conmigo,
sinsonte cantor de mil mañanas,
donde me extasiaba con tus cantares
y donde los besos de mis padres,
eran los manjares más exquisitos y suaves
y sus palabras eran dulce de leche;
almíbar de abejas, hormigas culonas
que crujían cual tostadas nueces
y me adormecían 
con la barriga llena y feliz.

Más acabo de despertar, 
sentí un suave perfume sobre mi sucio pantano;
Alguien besó mis pies con candor
y se esfumó suave y ligero...

Bello pez que te escondes
entre corrientes marinas:
me acaricias y besas 
y me haces sentir mujer.

En mi adormecido rostro
un nuevo suspiro con olor a mil flores llega.
Abrí mis pétalos deshojados
regalando últimos perfumes...

Te posaste dentro de mí,
te miré a los ojos encendidos
que viven con el almíbar que te entrego,
y me adormecí en tus alas de nuevo,
me enredé en tus alas
y volé contigo,
no quiero despertar más
¡que nadie haga ruido...!

¡Que suenen violines mágicos!
Te reencontré volando entre mis ramas...
Ya no cerraré mis pétalos,
los dibujaré sobre cristalinas aguas
y allí quedarán para siempre
fundida en arena, convertida en  oro,
después de haber pasado por el  fuego.

Sobre labios ansiosos, sedientos,
calcinados por siempre,
entre las rosas rojas, las violetas,
los azahares que no mueren,
que perfuman y expanden
lágrimas de cielo sobre mi pantano
tras un largo y cruel verano.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, junio 30/11

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