SOFÌA RUEDA BOHÒRQUEZ (3)
Mi hermana número 3, de 18 hermanos, junto a otro que mi padre tuvo antes de casarse, con una profesora de una escuela urbana en Zapatoca, de apellido Macías, él tenía sus marcas en su brazo, pero ahora olvidé si era el derecho o el izquierdo, recuerdo que tanto que criticaba a los modernos, y se burlaba de los bailes, pero era feliz "vacilando" a los pelaos con canecas y carcajadas, así nos decía: ¡jajajaja los modernos son purina!, pero agasajaba todo, la vida para él fue un juego en medio de inmensas batallas reales, pero lo que más amó en su vida fue a su familia en general, aunque también hubo luchas por tierras y cosas que él entregaba con amor y desenfado, sin contar a nadie nada, a su familia, a quien fuera, hubo rencillas también por querer hacer todo correcto e intervenir en pleitos y líos de herencias y cosas, terminando en enfados y odios, pero entre los giros del destino, mi madre la impulsora, el motor de la casa, decidió buscar otro camino.
Todo giraba en torno a nosotros, en cuanto a su marca o tatuaje burdo, se la hizo con espinos cuando fue militar, condecorado como el mejor tirador al blanco, pero jamás mató una mosca, mató miles con un caucho, y Kico se volvió fanático del caucho y le quitó el trono, todo eran risotadas cuando mi padre estaba, siempre lo tengo presente y debo nombrarlo en la historia, porque lo vi llorando el día de la muerte de mi hermana, estaba haciendo pucheros, y me dio la oportunidad de confesarle a la persona que me envió la foto en movimiento, que hoy no quería reír.
Un día, nos confesó que prefería ser cobarde, que asesino de otro ser humano, y que cuando pasaba algo, él corría a una trinchera a descansar y a fumar, y de vez en cuando asomaba la cabeza, y pedía a Dios que nadie muriera, fuera del bando que fuera, aunque sí cazador de animales que llevaba para alimento de sus chinos, aquí nadie me va a censurar como en otro lugar, porque lo escriba, es que en nuestro pueblo, chino para nosotros, significa niño, muchacho joven, esto sí es discriminación y se está volviendo real que un día nos callarán a todos, con un solo clic, en mi pueblo Zapatoca, la gente ama todo, aunque también haya chismosos y gente que agranda cosas.
El tatuaje era un corazón ordinario y torcido, como a veces somos todos los humanos, llevaba una flecha que se impulsaba con una pluma. En los días de su enfermedad, lo agarré de su flaco brazo y acaricié el tatuaje con una carcajada, casi no podía agacharme pues llevaba una enorme barriga con mi amado músico pateando dentro de ella, y le dije: ¡papá no se haga!, ya se quien es la del tatuaje, y con una sonrisa me repite: ¡a ver, quién!, a lo que le respondí: Isabel García, sus iniciales eran en mayúscula; ¡con cuanto amor lo tallaría!, eso jamás lo sabremos; sus ojos se iluminaron y con una gran sonrisa me dijo que sí, que así se llamaba.
Era la época de las greñas largas, la marihuana, la música al amor y al bosque, a la flor y al ave, a la boca y a los pechos de mujer, sin denigrarla como la música y los bailes actuales, el desenfreno de abrazos y besos en público, y los chinos que pasaban, o los viejos altaneros que gritaban: !sáquele pieza! y el enojo de los enamorados todos mojados y encendidos, esa era la avaricia de la época más bella que viví, sin recordar el hambre, porque el amor lo llena todo. Éramos avaros de amor, de sentimiento puro, pero también había quien sembraba cizaña, en los jardines más hermosos, para luego pisotear las flores, aún después de caídas.
Todo fue primavera en nuestra época, la poesía, el romanticismo, la felicidad en cada rincón, los líos de los muchachos bravucones en la calle: !ya llegaron los marihuaneros a joder!, pero de cigarro de marihuana no pasaba, o de Marlboro, y nos creíamos las películas y propagandas del tipo en el caballo: El hombre Marlboro, pero era el hombre cáncer, una peste silenciosa en humo que también apagaría su propia vida y sigue apagando millones de vidas, sin que se elimine del mercado, porque ahora los poderosos sólo tienen sed de dinero en sus almas muertas, quieren a los jóvenes viciosos y perdidos, ahora los venenos son otros y letales, la falta de amor con la naturaleza, con los niños, hijos contra hijos, padres contra padres, gente que asesina sin piedad por dinero y poder, horrores, pornografía, desenfreno, cosas inenarrables, como martirio a niños, desapariciones que aún continúan en Colombia de gente que busca proteger la selva y los animales que estamos destruyendo, junto a los ríos y caudales, con nuestras miserias, sin respetar en lo más mínimo a Dios mostrando su poder, porque para mí, Él es la vida en la naturaleza de la cual somos parte, y siempre lo seremos en este ir y venir por el tiempo.
Recordar las peleas de Mingo con los chachos y Kico dando guerra, y la montonera corriendo a dar patadas, ¡se la montaron un poco!, pero la realidad es que sí jodía más de la cuenta, llevaba mucha inquietud y rabia, pero su historia ya fue contada, en cuanto a mi hermano 18, ojalá sea el momento de conocerlo, ha sido una ilusión que parece que la pandemia esfuma, como la vida de mi hermana.
Vino a mi casa estos días muy seguido con su amado nieto Iván, a que corriera desesperado, como un pequeño caballo a quien le abrieran el falso hacia la libertad. Ella era una visita agradable, pareciera siempre quererme decir algo, fue paño de lágrimas de todos y la llamábamos la hombrera, porque siempre defendía a los hombres. Ella arrugaba la cara cuando le decíamos así, pero sonreía.
Ella y mi cuñado Leonardo eran los padrinos de German, a quien amaron y ayudaron a cuidar, lo llevaban al cine, a comer helado, al río, a muchos lugares, todos lo hacíamos a nuestra manera, pero para ellos era un compromiso, eran quienes festejaban su cumpleaños, compraban sus camisas, y solo quería una que él le regaló, y que para hacerlo cambiar, era un lío terrible, hasta que tocó conseguirle otra igual y aún así, reclamaba: !esta no, la ota!, y cada tanto hacía enojar a quienes le regalaban lindas camisas, porque ni las miraba, y decía: ¡ya oí, bobada!, algo que le sacó la piedra a Pablo cierto día de cumpleaños de German, y entonces le respondía: !bobo marica desagradecido!, entonces llévesela a Kevin, quien feliz las recibía, ante la desfachatez de German, ahí como un chacho sonriendo, porque se salía con la suya, pero como los Down son Ángeles prestados, no guardaba rencor ni enojo, y lo abrazaba: ¡ya Papo, ya!... y todos soltábamos lo mejor de nosotros: tremendas carcajadas.
Continuará...
No pude subir la fotografía de F