WILLIAM, EL COLIBRÌ
El día de ayer pasó como una sombra, de la cual no tengo muchos recuerdos, sólo que la providencia actuó sobre mi vida.
Tal vez una fuerte brisa, o mis hermanos, o mi propia madre me lanzó fuera del nido para que volara, pues ellos ya estaban de flor en flor, pero nací con un pequeño defecto: mi ala derecha no creció como la de mis hermanos, tal vez los hombres alimentaban mucho a mi madre con azúcar, y no probaba la miel de las flores, ¿sería eso lo que atrofió mi ala?
Luego apareciste, y otra ala se acercó, tenía color arena y muchos enredos, el ala de tu sombrero fue mi refugio pasajero, actuaste amado mío, y me sacaste de aquél profundo y tétrico lugar, eres una gran energía actuando de manera insospechada.
DÌA 2
El sol tocó
nuestra ventana y la felicidad hizo su primera ronda, no partí, no fue fría ni
gélida la noche, porque las esmeraldas de mis alas tenían dueño.
Un gran
pico asomaba desde una rara campanilla, jamás había visto la misericordia tan
frente a mí, diminuto como una hoja desprendida del rosal, tomando vino dulce
que calmaba el hambre y la sed de otro día por vivir.
Él escuchó
mi oración, ¿acaso creían que las aves no oramos?
El brillo
en mis ojos atesoró el amor, y me di cuenta que es un sentimiento tan puro,
que pude mover mis alas para agradecer por la ventura de un día más.
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