DON MIGUEL
El árbol
llamado Miguel conoce cada brisa, tocó toda primavera, cada herida marcada en
su rostro lo hizo fuerte, ahora es un niño sembrando los sueños de otros, que
veremos florecer junto a las hojas secas de la existencia.
Este árbol
lleva en su mirada la sabiduría del hombre, y en sus manos todo el conocimiento,
que le permite arar y arar, en medio del tormento de unos días y las pocas
alegrías de otros.
Este árbol
tiene un Don que la juventud ha olvidado, la escasa cabellera que mudó de
esquina, y esa medio sonrisa que llena el mundo de quien lo ve día a día,
esperando la lluvia, con la inquietud de no querer envejecer jamás y la
melancolía de saber que la vida en un parpadeo se ha llevado lo mejor de su
existencia, juventud y salud.
No ha
perdido las ganas de trabajar y vivir el instante ocupado, haciendo algo por la
naturaleza, en vez de matar la vida con agujas, como vi ayer a varios jóvenes
envenenando su divina existencia, y quedé con una impresión muy grande, ¡cuánto
deseamos esa juventud que no valoran, esa gracia de estar jóvenes, esa
divinidad de una flor a medio abrir.
¡Qué ingratitud,
que malas amistades, qué perra vida para tantas pulgas!
Raquel
Rueda Bohòrquez
7 04 16
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