ESE DÍA
He tenido tiempo para meditar, siempre he pensado en ese día en que ya no importe mi presencia en algún lugar y sólo se convierta en conveniente para ciertas ocasiones.
Ese día ha llegado, estoy aquí con mi gato casi que posesionado del pc con sus ojos claros como un cielo desteñido y tocando de tanto en tanto mis dedos, que escriben con la premura de la tarde.
Escucho aves lejanas, en mi propio lugar ya no están los gorriones que llenaban de alegría mi estancia y convivo con las sombras del pasado y éste presente raro donde la soledad reserva las mejores cosas de la vida para el silencio.
Siento una tristeza vagabunda, esa que temía llegar de nuevo y pienso: ¿por qué estar triste?, tengo el amor de un gato castrado y con seguridad me ama mucho más que tantas personas que han pasado por mi vida, y vuelvo la mirada a la cantera corroída, a la flor silvestre, al canto presente en cada sueño y abro mis alas, cierro los ojos y me siento un águila, con la sospecha de que volaré por sobre todas las cosas que me son amadas pero que jamás pudieron amarme.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, septiembre 20/20
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