INOCENCIA SE NOS VA 10
¿Cuánto tiempo ha pasado después de que Inocencia quiso pasar a mejor vida? Después de ahí vinieron otras historias, regresó a casa con la misma maleta vieja y guardando los mismos chiros, pero era típico en ella después de llorar mucho, reír hasta orinar sus calzones.
Sus hijas no hicieron preguntas, pero no podían disimular su emoción, ¡mi madre de nuevo con nosotras!, es intensa, cansona, demasiado estricta con el aseo y el orden, pero de todas formas es nuestra madre y debemos apoyarla, ¿qué pasaría?... sólo la escucharon secándose los mocos y luego de ahí una risotada alegre llenó el salón.
Al otro día como si nada pasara, se levantó más temprano cantando y preguntando por patetortuga: ¿qué ha sido de ese viejo marica?, ¿les ha dado aunque sea para las onces?...
Las chicas se miraron y repitieron al unísono: ¡mi mamá no cambia!...
Corrió el río y se pegó del mar y pasó el tiempo, la mayor se cuadró con un varijón como de 2 metros y cogió camino para las extranjas y todavía están por allá, ahora tiene dos nietas, y la otra muchachita se enamoró de unos ojos bonitos y ahora tiene otra nieta, el tipo le hizo un favor a la larga porque según Inocencia era un bueno para una mierda, porque se la pasaba echado durmiendo y pues gracias a la suegra, el tipo encontró otro nido y para sorpresa de todos se casó iniciando la pandemia y quedó varado en altamar, cosa que nos causó demasiada risa, porque es que la vida nos ajusta las 40 en cualquier momento.
A decir verdad, la pandemia trajo bendiciones porque el viejo que andaba como una veleta de aquí para allá con su cacharro y viviendo de roto en roto, regresó a su hogar y viven juntos, se cuidan y se procuran un abrazo y una sonrisa de vez en cuando. ¿Después de viejos para qué correr?, así lo pensaron los dos mientras, desaparecían los zapatos que el viejo abandonaba al sol y la hamaca de rayitas que Inocencia sacó a la basura, ahora es sólo un recuerdo.
Ya no más mierdas de política ni huevonadas para tener achaques de agarrar de culi alegre, se dio cuenta al fin que las jóvenes que lo enamoraban, sólo querían su billetera con una pensión mínima y aún así se contentaban con migajas, mientras él mendigaba rincón para dormir, ya también recibió su tate quieto y yo aquí sólo recordando que la vida pasa veloz y nos quedan sólo las historias.
El hermano de Inocencia falleció también, no por coronavirus sino por una enfermedad horrible detectada apenas unos meses y que poco a poco minó su fortaleza, ella sufrió mucho, pero al fin aceptó que contra la voluntad mayor no se puede luchar.
Trabaja medio tiempo, éste año 2020 le ha dado suerte en medio de la melancolía, la presión alta, las miradas hacia la distancia como pensando: ¿qué bien poseo?... se me fue la vida luchando y ahora estoy aquí caminando más despacio viendo a la nieta correr en tanto una máscara cubre el rostro, luego hace cuentas y cuentas, vacía la alcancía y piensa para adentro: ¡estoy viva!, me dio el coronavirus y pasé la prueba, ¡soy inmensamente rica!
Lo cierto es que hay tiempo a pesar de todo, para un abrazo, para sonreír, y ante todo para perdonar y contar las vueltas del camino.
FIN
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, agosto 18/20
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