CICATRICES
La vi de cerca
acaricié sus cuencas
y pasé mis dedos
por el hueso
de la felicidad.
Fue una tarde
de pechos rotos
y gorros de lana.
Esa tarde
me vi en su mirada
y jamás
volví a ser amante de nadie.
Fue parca su estadía
tomamos café juntos
y el espejo nos habló
de la inocencia perdida
y del amor
que se desvanece...
Ese amor
que es como una falla geológica
en el cuerpo de una mujer.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 24 06 20
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