MARÍA JOSÉ
¡Pobre niña!
Pequeña flor
en un bosque de hombres.
Un filo hizo brotar el alma
en senderos paupérrimos.
¡Cuánta ausencia de Amor
ante sus pétalos rojos!
Tenía los ojos negros,
Su cabellera era ondulada,
/crespitos alegres…
Su boca de grana, perla fina
Y su alegría de niña,
/¡quién pudiera reír como ella!
¡Pobre niña!...
Su vida tenía precio:
odio desmedido
ausencia de fe.
Su garganta era de lata,
nadie escuchó sus gemidos.
¡El depredador era tan joven!
¡Qué desperdicio de juventud!
¿Qué pasó con el huerto y la flor?
¡Sólo queda llanto de madre y ni siquiera eso!
¿Será que no puede llorar?
La amapola bajó el cuello a tierra
Para florecerse en otra campiña más amable
En otros brazos de madre.
¡Pobre niña morena de ojos negros!
¡Qué mala suerte vivir cerca del diablo,
Y no tener garras para defenderse!
¿En dónde estaba Dios?
¡Lo vi cansado de su obra
llorando sobre su tumba!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 20/19
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