EN UNA CASA BLANCA
Estoy aquí en medio de un gran silencio,
absorbo el viento de mayo y a Cortázar
que llenando el espacio invita
a una oración de abrazos y piernas.
Hago una estación en el tiempo;
ayer mis rodillas juntaron esperanzas
y la riqueza se creció en mi vientre.
Ahora, casi sin voltear atrás
mis aves pequeñas volaron
dejando un alar inmenso,
todo bordado de carcajadas
con gritos que me llenaban toda
de guirnaldas cual primavera.
¡Oh vida!, qué buena has sido conmigo
pero siempre estoy con los ojos llenos de nubes
y el corazón temblando de miedo
pareciendo gota de rocío entre las flores.
Nunca pensé que el tiempo pasara tan pronto,
que las cenizas del ayer lleven tu nombre
y tu rosario esté en otras manos
en tanto me quedo con esa sonrisa tuya
en un rostro inexistente.
Ayer te vi, todo eran cuencas vacías,
se formó un coral con tu esencia
en donde navegan peces guapos
con cuadritos en el pecho.
Y tú, ¿en dónde estás acaso?
Así como ahora, ¿en qué lugar te encuentras?
¿Existe el más allá que tanto nombran?
Si es así, envíame una señal
tan solo para no sentir miedo
el día en que mis párpados queden abiertos
y las manos gélidas.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 21/19
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