LA GACELA
Se repite el llanto de las palomas,
en el viento, mensajero
de sueños,
que hace temblar las hojas,
para que las flores hablen del
amor
y lo trasladen al nido de secas ramas,
donde una paz
incierta
será testigo de la desnudez
y el milagro, en la esquina de
un balcón.
Y en esto pienso en ti,
en la sombra que vaga y vaga
entre el pasto seco y la quebrada,
en el junco verde y el pasto acaramelado
y la gacela que parió un cervatillo
ante el sonido del pájaro avizor
y la corriente adversa.
Salta mi corazón,
parece un cabrito trepando la cuesta,
me vuelvo ellas para sentir su fragilidad,
sé que me avisas para que pueda huir
de los filos que herirán la carne de improviso.
Más en toda prisa surge el olvido,
el miedo me hizo volar sin alas,
pero el amor me obligó a regresar…
Ahí, entre la revuelta paja,
el hambre se sació,
partiendo en trozos mi corazón.
Ya no eras ni piedad siquiera,
ya no eras más la boca
que con un pálpito tomaba mis tetas
para llenar de espumas blancas el mundo.
No pude saber qué es lo que siento,
no pude gritar ni llorar,
porque toda mi felicidad se fue...,
pero entre la noche que acerca su manto gris
y la mañana que viene,
regresé otra vez a la manada.
Raquel Rueda Bohórquez
25 11 17
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