TU OVEJA (28)
Me sentí en tu pecho una oveja
abrigo tu piel, esperanza tus pechos
henchidos de amor, verbo y poema.
Tu mirar era un manso lago,
profundo y sincero, mi llano extenso,
donde pastaba mis ansias
y calmaba mis hambres.
Suelo balar quedo, pero me escuchas,
sabes que un río violento recorre mis venas,
conoces de mis caminos andados y ansiados,
y atizas el fuego que en mi corazón se apaga.
Hoy, mañana, ¡siempre!...
Una oración aprendida de ti.
Tu pecho un sonar de campanas,
tibio manto tus manos, amada niña mía
madre preciosa,
¡bendita flor del campo!
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, mayo 4/15
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