miércoles, 16 de agosto de 2017

TU CUERPO (30)

TU CUERPO (30)

Eras la semilla que se siembra en tierra,
fui el ure para tus aguas tibias
que penetraron con fuerza el interior valiente
para crecer tus peces en mi vientre.

Eras la montaña,
yo la potranca que llega a ti.
En tus alturas fui audaz,
parecía la enredadera virgen en tu talle.

Fui acequia para calmar mi propia sed
y te dejé beber de mi fuente,
así como el sol le besa desde el poniente.

En cada curvatura,
en cada sendero de tu carne
hallé un sueño;
me perdí en ellos y fui feliz.

Más un día, tu cuerpo no era mío;
parecía la cascada que cae y cae
y penetra en cualquier rincón del olvido.

Hasta pagabas para que te acariciaran
y mis manos tocaban teclas negras
reclamándole al universo el amor.

Tu piel era para mí la senda y el camino...
¡Pobre idiota engreída!
Porque tus mentiras y chismes envidiosos te alejaron
y luego porfiabas que me querías.

Ahora comprendo que tus alas son tuyas...
¿Cómo me he de adueñar de tu libertad?
¿De qué manera pretendo cortarles?

Todos nacimos para el amor,
la libertad nos llama como a león en celo,
pero lo olvidamos con premura
y deseamos tener a nuestra joya
atada por la cintura.

Te creí perro para encadenarte de mí,
imaginé sería tu reina y tú mi vasallo;
ahora no tengo nada,
ni siquiera tu mirada;

pero me conformo con saber
que en mi propio valle florecieron tres aves
que intentan ahora su propio vuelo.

Raquel Rueda Bohórquez
16 08 17




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