A LOS CAÍDOS/Barcelona (24)
¡Ay!, si la vida regresara...
Si la sangre tornara a su río,
si el amor fuese la bandera izada
ni siquiera una hoja sería pisoteada.
Regresan las bombas, retornan las balas
y en el rincón de las hienas se arman leyes
para abusar y condenar a quien no lleva pecado.
¡Si el árbol tornara a su pedazo de tierra,
igual que el hombre que fue obligado a su abandono,
si la acequia a su manantial!
¡Si mi corazón al tuyo!...
Nos llevamos la vida pues nos creemos dueños de ella,
castigamos en nombre de un Dios que nos inventamos
y acomodamos nuestros pecados al antojo de nuestras
ambiciones;
pero Dios es un palacio grande por donde vuelan las aves en
libertad,
y es un bosque inmenso en donde se crecen las semillas y
tocan el cielo.
¡Lo siento mucho!...
En esta selva habitada por hombres,
nos estamos volviendo más peligrosos
que las hienas para los leones,
los inocentes pagan las culpas ajenas con su vida
y se van sin un beso de madre en la frente,
con la mirada abierta y asustada
sin saber siquiera el por qué...
El temor de Dios no existe,
ni la vocación del amor,
porque no hemos doblado rodilla
por los que ayer partieron en una barca de madera
que ahora es de cristal,
y brilla cual gota de lluvia ante el Sol.
No regresarán las aves a puerto,
el mar se crece y se vuelve profundo el dolor.
El cardón ha florecido en el cielo,
y las espinas no
tocan la flor.
Raquel Rueda Bohórquez
18 08 17
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