AL POETA BORRACHO (46)
¿Será que el amor es una cruz en el viento?
Compartí la misma soledad y miseria
con el poeta que encarna cada sueño,
y la noche se alarga entre sus brazos,
el día se hace extenso…,
parece un hilo que jamás fue punto,
pero se extiende hacia el infinito.
Te volviste mi enfermedad, mi cura y mí mal.
En ti hallé la sangre que llenaba mi corazón
y en tu carne me hallé en el cielo alguna vez.
Cierto día sentí que Dios se alejaba de mí,
pero estaba en tus ojos y en tu boca;
me sentí la maldición que se santificaba en
cada encuentro contigo.
Estaba despistada igual que tú,
parecía una hoja que el viento elevaba
y hacía caer una y otra vez;
pero verte me salvó de las garras del infierno
que se fundaba en mi mente;
verte fue como volver a nacer,
para padecer piel con piel,
el único bien que hallé
en el mundo para el cual nací.
Estoy en tu paraíso ahora…
¿Ves amor mío que el tiempo nos volvió poema?
¡Aquí estoy esperando de la noche el velo, para que
regreses,
y tus caricias me duerman en un lecho de miel, desnudos y
vulgares,
astutos y sedientos de amor, para volver a nacer en otro
vientre,
en un lugar más dulce y benévolo,
en una historia más patria que la que vivimos algún día.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 30 07 17
AL POETA BORRACHO (46)
¿Será que el amor es una cruz en el viento?
Compartí la misma soledad y miseria
con el poeta que encarna cada sueño,
y la noche se alarga entre sus brazos,
el día se hace extenso…,
parece un hilo que jamás fue punto,
pero se extiende hacia el infinito.
Te volviste mi enfermedad, mi cura y mí mal.
En ti hallé la sangre que llenaba mi corazón
y en tu carne me hallé en el cielo alguna vez.
Cierto día sentí que Dios se alejaba de mí,
pero estaba en tus ojos y en tu boca;
me sentí la maldición que se santificaba en
cada encuentro contigo.
Estaba despistada igual que tú,
parecía una hoja que el viento elevaba
y hacía caer una y otra vez;
pero verte me salvó de las garras del infierno
que se fundaba en mi mente;
verte fue como volver a nacer,
para padecer piel con piel,
para padecer piel con piel,
el único bien que hallé
en el mundo para el cual nací.
en el mundo para el cual nací.
Estoy en tu paraíso ahora…
¿Ves amor mío que el tiempo nos volvió poema?
¡Aquí estoy esperando de la noche el velo, para que
regreses,
y tus caricias me duerman en un lecho de miel, desnudos y
vulgares,
astutos y sedientos de amor, para volver a nacer en otro
vientre,
en un lugar más dulce y benévolo,
en una historia más patria que la que vivimos algún día.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, 30 07 17
No hay comentarios:
Publicar un comentario