JL ANZOLA (17)
Casi todo lo registramos, ¿de qué servirá si de igual manera
moriremos?
Dejo registro de mis penas y poco he contado de mis
alegrías;
Queda registro de los afanes, de las manos abusivas,
De la historia que jamás culminó, y del amor
Que insiste cada mañana ante lo soberbio del sol.
Acabo de registrar Mis fotografías, que en realidad es otro
blog con mis tonterías,
¿A quién le importará mañana si hoy a pocos les interesa?
Escribí a una editorial, concursé en uno que otro evento,
Me escondí en el rincón de los poetas
Y oculté entre mis brazos mis memorias.
Casi todo lo he registrado, han sido días y horas de
agotamiento,
De día, de noche, sin hacer ruido, con las posaderas
dormidas y los ojos encendidos,
Y el café caliente me bendice con el trasnocho que alarga
mis días.
¿Pero hasta cuándo será la dicha de un despertar?,
¿Quién conoce el segundo de la oruga y el instante de la
mariposa?
Todo es tan efímero, que me siento triste por el camino
andado y la montaña no alcanzada;
Pero así es todo, luces y colores, plumas y arreboles, nieve
y lluvia,
Sol y sueños que al final no son nada.
Aquí estoy, escribiendo para el poeta que se fue
Y que nadie ovacionó, porque él no estaba para hacer
piruetas,
Simplemente cantó en su momento y su voz se perdió
Por el camino viejo y desconocido
Al que todos tenemos prevención.
¿Qué hago aquí?, aún después de tanto agotamiento,
No quiero frenar, pero me entretengo entre las hojas que
caen
Cual pájaro de nieve que se vuelve blanco, y entre ellas
tiembla de amor.
Y se fue, ¿quién cantará en la próxima primavera?
Seré el Señor de los vientos, llegando a ver sin que me
adivinen siquiera,
Y recitaré, ¡sí señores!
Mis mejores versos, serán para el árbol enorme que nadie
conoce,
Y de dónde ha sido desprendida mi vida.
Ahora mis poemas transitan de rama en rama
Y nada me importa si el mundo los conoce,
Porque hubo tiempo, ¡demasiado!, pero la melancolía mató al
bardo,
La ausencia fue esa amiga, que algún día estará en el mismo
árbol que recupera sus hojas
Y nos revuelca en el vendaval que fabrica las memorias.
¡Qué rara es la vida!, ¡qué bendición es la muerte!...
¡Qué buenas y amables compañeras son!
Jamás podrán vivir separadas, porque al nacer se dan la
mano,
Y luego así continuarán hasta ese después de todo...
¡Gracias poeta por tu maravillosa existencia!
Me la perdí por andar de loca en mis propias demencias.
Raquel Rueda Bohórquez
11 04 17
No hay comentarios:
Publicar un comentario