¿AJÁ Y QUÉ? (19)
Recuerdo a doña Candela, una señora joven que vivía cerca de
mi casa, cuando su padre enviudó, hubo varias mujeres, señoras solitarias que
se interesaron por él, pero se interpusieron, ¡ni por el carajos se casa con
nadie!, ¡esas vienen es por su dinero!
Lo cierto es que el viejo no tenía sino muchas ganas de
compañía y hartos besitos, no buscaba jovencitas para que le vaciaran el
bolsillo, sino una "mujer" que lo acompañara y lo llevara del brazo a
misa, que compartiera con él una sonrisa y un beso a medias. ¿Era tanto pedir?
El abuelo falleció, no hubo ni siquiera la compañía de un
perro o un gato que lamiera su boca, o cantara con él una ranchera a la luna.
Mejor suerte tuvo la vieja Hipocrasia que regó el cuento de
su virginidad y no se lo creyó ni el diablo.
Ayer fue su funeral, pero cada día cometemos el error grave
de querer tomar posesión de los anhelos y sueños ajenos.
Ni tan santos que nos iluminen con una vela, ni tan crueles
y egoístas, que olvidemos que la vida es un regalo único e irrepetible, nadie
puede robar los sueños y menos de un anciano, ¿cuándo aprenderemos ésta
lección?
Ya es tarde, fue su error, de castigo: 1 padrenuestro, 3 Ave
Marías y no vuelvan a pecar más, igual el viejo ya está bajo tierra, pero su
alma reclama.
Raquel Rueda Bohórquez
21 9 16
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