ALTO AMAZONAS/Kevin, Fernando (3)
Mi hijo está de paseo con un amigo, se fueron con la
guitarra y las ganas de conocer el paisaje del Amazonas y hasta donde sus
fuerzas los llevaran. Enviaron fotografías divinas de los paisajes y cascadas,
y me comentó que era lo más bello que podía haber visto, que estaba muy feliz.
Charló conmigo sobre inundaciones y muertos, que debían
salir de esa zona, había mucha nieve, que era bello pero por seguridad debían
regresar.
Hoy estoy inquieta, así somos las madres, después de cada día
con una nota y un mensaje, ya hace más de 5 días que no se comunica. Su amigo
Fernando Alfaro tampoco dice nada, sólo un mensaje de hace dos días que dice:
Fernando Alfaro
26 de julio a las 16:22 ·
"Estoy en este cuarto aquí, aquí están mis sueños por
hoy"
Ellos son dos muchachos con otras inquietudes y
pensamientos, ambos son místicos, creen en Dios a su manera, no a la que nos
imponen; dicen que Dios es el paisaje, son las personas, las cascadas, las aves
que surcan el cielo. No piensa en el dinero como la mayoría, no quiso que le
ayudara económicamente con nada y me advirtió que ellos ganaban para su comida
con la música en cada esquina y lugar, así se fueron, con un morral casi vacío
pero el alma llena.
Escucharemos a Dios en el canto de la montaña, a eso es que
vamos, estaremos callados por ahí, adivinando ese mundo mágico del bosque. Así
fueron a Bogotá, se trasladaron a otros lugares hasta que llegaron al Bajo
Amazonas y luego al Alto Amazonas, felices de ver tanta belleza.
Deseo que todo esté bien, que nada malo haya sucedido, pero
una madre está inquieta siempre, desde que su hijo pone un pie en la puerta.
Hasta que los muchachos regresen y pueda abrazar a mi amado
hijo y a su amigo, mi corazón no tendrá paz.
¡Madre!, ¡esto es demasiado bello, te amo!, sus palabras por
teléfono hace varios días, y no suena, mi potrillo, no deja escuchar el sonido
de sus cascos al llegar a casa.
Mi lucero de la
mañana y de la noche, ¿qué puedo hacer?, el mundo me hizo madre y deseo que
regresen pronto, mi paisaje más amado es tenerlo aquí conmigo, pero sus alas se
crecieron y no puedo atajar ninguno de sus anhelos.
Si lees esto mi amado hijo, ¡perdóname!, soy una madre
intensa, pero te amo.
Raquel Rueda Bohórquez
29 7 16
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