jueves, 19 de mayo de 2016

EN ESE TIEMPO (33)

Nuestra casa fue grande, ¡enorme!, en la esquina de un gran colegio, y de ahí, después fueron otras esquinas, otros parajes, pero la casa pequeña se quedó por siempre en nuestro corazón; fue esa, la que estaba cerca del cementerio viejo, la que tenía gradas para llegar a la montaña, la que nos halló pastoreando una cabra y criando un pichón de mirla. Esa casa conoce más de una historia triste y alegre, porque la vida se compone de pequeños milagros, y grandes dolores, de ahí su magia.

EN ESE TIEMPO (33)

Bailaron sus alas
Al beso del viento;
Corrieron los pájaros,
Parecían mágicas cometas
Prendidas de su mano invisible.

Hubo estaciones y las aves de paso
En su descanso,
Agradecieron con un trino
La magia de existir.

De todo hubo ante tu presencia:
Los trajes que bailaban
Cual mariposas en la primavera,
Las puertas abiertas, /tus brazos;
El perfume del café en la cocina,
Los gritos de los niños,
El ladrido de Káiser.

El cantor sinsonte
Que vivía pendiente de ti,
Las flores que tocaban gaitas y sonatas
Con todos los gorriones dispuestos,
Y todas las montañas erguidas.

Las nubes cambiantes
Y el sol, el divino sol
Que se enorgullecía de ti
Armando cada pentagrama
En medio de un día gris
Para que asomara el iris
En medio de todos los silencios.

Raquel Rueda Bohórquez
19 5 16




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