Todo
es dorado, un árbol plantado, y sobre su tronco y raíces, sus hijas; joyas que
endurecen y dan fuerza y coraje para resistir el embate de los vientos, y un
fuerte aguacero que cae y cae, pareciendo lágrimas de diamantes que harán
brillar la existencia de otros.
Y
EN OTOÑO (34)
¡Qué
vieja torpe soy!
¡Creer
que en otoño 
Vendría
el amor!
Pero
fueron más hojas secas;
Cayeron
trocitos de mi árbol
Y
poco a poco sin esa sombra 
Que
a todo cantor acoge,
Me
he quedado yo.
Deseaba
de otro día tus besos; 
Ansiaba
de otra mañana tus versos.
Y
en este largo cuento, entre querer y desear;
Se
fue pasando el tiempo.
A
pesar de todo, 
Un
lecho de oro me cubre
Y
la nieve tiembla en mi cabeza;
Nada
tiñe de colores mis días;
Más
si asomo a la ventana,
¡Ahí
te veo!, entre los gajos sombríos
De
mi propia vida.
Raquel
Rueda Bohórquez 
Barranquilla,
febrero 17/16
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