TENER (40)
Me abdujo éste día con cada olor a frutas.
El durazno recordó tu boca fresca;
Las fresas me contaron de un ayer
Cuando mordíamos el mundo
Y nos ardía de pasión la carne.
Soy testigo fiel de tus gemidos.
Temblamos, ¡éramos hojas desnudas!
Pero todos miraban, nadie aprobaba mi amor
Menos tú, que como un cobarde pateó mi dulzura
Y me restregó tus calores
Con una garza de ojos verdes
Y patas largas.
Ahora dicen, que es más grande mi cabeza que mi corazón,
Nada siento si te veo llegar, ¡oh hermano mío!
Aquí entre nos, hasta quemado está,
Parece dorado por un incipiente sol
Y ese sol habita archivos viejos como un demonio.
Dejo de pensar, me vuelvo como una vasija vieja
Que se abandona en cualquier lugar.
Nada se quemó en mi cocina, ¡vaina rara!
Se devoraron los fríjoles de Verónica,
Hubo una salchicha enredada por ahí;
Parecía un pene triste, congelado,
Aguardando el paso del invierno,
Para escuchar “Soleado”, y luego,
Un poco más contento,
Hacer el amor a Soledad.
¡Jajajaja!, hoy tengo ganas de reír,
Dos huevos fritos, ¡me quedaron como él quiere!,
Y ahora, como siempre, “nos vemos, en la noche regreso.”
Pero ni ingratitud hay en mi corazón,
Gracias, siempre gracias porque sabes que me gustan las
frutas
¡Y no es por nada!, ¡verte bien, llegar a casa!,
Es algo mejor que saber,
Que seguiré ignorada.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 7/16
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