EN EL
DESIERTO (57)
Y que no te
asombre mi amor,
Que no te
lastimen mis espinas,
Porque han
parido entre las rocas,
Su más
íntima primavera...
Que no te
juzgue el tiempo
Por lo tanto
que has herido,
Más bien
espera en silencio
Un brote
bendecido.
Luego, un
minuto de silencio
Por la sed
que no se calma,
Y ese
corazón reseco
Que a pesar
de todo florece.
Es que en el
desierto
Todo es
pureza,
Pues aquí el
tormento,
Se convierte
en entereza.
Resucitan
lágrimas de un muerto
Sobre las
arenas secas
De un mágico
desierto.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 12/15
No hay comentarios:
Publicar un comentario