EN UNA
ESQUINA (38)
Y en las
bohemias tardes
Cuando el
poeta cansado
En su
meditar levita,
En esa
esquina…
Halla entre
la gente
Una sombra,
/su sombra
Que a pesar
de todo le sigue
Y a pesar de
la distancia
Está cerca.
Ahí entre un
mundo de ruido
Todo es
silencio, está consigo mismo
Tomándose un
trago por la vida
Y brindando
por lo cercano de la muerte.
Un amargo
enreda espinas en su garganta
Y se enrosca
una serpiente herida
Que lame sus
labios,
Y se bebe su
propia boca.
No hay
cortes, todo sabe a vino rojo
A espesa
montaña que se deslíe
Y ese barro
tapa su carne,
¡Y esa
tristeza le arropa!...
E aquí que
el bardo levanta su copa:
¿¡Quién de
todos es macho aquí!?
Ni un puto
bandolero asoma sus botas.
Fue él
responsable y se pasea tranquilo
Y fue entre
charcos negros
Quien nos
robó la vida...
¿En dónde
estás muchacho coqueto?
Mi único
hijo amigo, se perdió…
¡Más era una
mentira!
Disfrazaron
su carne con tintes verdes y ocres;
Se robaron
mi tesoro,
¡Y estoy
muerto en vida!
Ahora,
Me contaron
que en el valle de los muertos
Hay una flor
que se le parece
Y que sólo
un poeta borracho
Puede oler
de su perfume
Y adivinar
de sus pétalos.
¡Aquí
está!...
Ha marcado
una sonrisa su boca
Pero se han
ido sus ojos negros
Sin
despedirse siquiera de mí.
Se fueron
entre los bosques heridos
Dejando un
charco oscuro
Delatando
ese ruido de un día
Que
ensordeció de un plomazo
Todo lo que
más amaba,
¡Y lo único
que tenía!...
El bardo se
perdió con su mirada,
Todo fue
como un sonar de trompeta
Y se fusiló
a tragos sobre la mesa.
De ahí fue
llevado a casa.
¿Qué le ha
sucedido?
¡Es un
borracho!, ¡está perdido!...
Y su esposa
que acariciaba su rostro
Un beso dejó
en su frente
Y lo arropó
con su negro vestido.
Raquel Rueda
Bohórquez
Barranquilla,
noviembre 17/15
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