martes, 17 de noviembre de 2015

EN UNA ESQUINA (38)

EN UNA ESQUINA (38)

Y en las bohemias tardes
Cuando el poeta cansado
En su meditar levita,
En esa esquina…

Halla entre la gente
Una sombra, /su sombra
Que a pesar de todo le sigue
Y a pesar de la distancia
Está cerca.

Ahí entre un mundo de ruido
Todo es silencio, está consigo mismo
Tomándose un trago por la vida
Y brindando por lo cercano de la muerte.

Un amargo enreda espinas en su garganta
Y se enrosca una serpiente herida
Que lame sus labios,
Y se bebe su propia boca.

No hay cortes, todo sabe a vino rojo
A espesa montaña que se deslíe
Y ese barro tapa su carne,
¡Y esa tristeza le arropa!...

E aquí que el bardo levanta su copa:
¿¡Quién de todos es macho aquí!?
Ni un puto bandolero asoma sus botas.
Fue él responsable y se pasea tranquilo
Y fue entre charcos negros
Quien nos robó la vida...

¿En dónde estás muchacho coqueto?
Mi único hijo amigo, se perdió…
¡Más era una mentira!
Disfrazaron su carne con tintes verdes y ocres;
Se robaron mi tesoro,
¡Y estoy muerto en vida!

Ahora,
Me contaron que en el valle de los muertos
Hay una flor que se le parece
Y que sólo un poeta borracho
Puede oler de su perfume
Y adivinar de sus pétalos.

¡Aquí está!...
Ha marcado una sonrisa su boca
Pero se han ido sus ojos negros
Sin despedirse siquiera de mí.

Se fueron entre los bosques heridos
Dejando un charco oscuro
Delatando ese ruido de un día
Que ensordeció de un plomazo
Todo lo que más amaba,
¡Y lo único que tenía!...

El bardo se perdió con su mirada,
Todo fue como un sonar de trompeta
Y se fusiló a tragos sobre la mesa.

De ahí fue llevado a casa.
¿Qué le ha sucedido?
¡Es un borracho!, ¡está perdido!...

Y su esposa que acariciaba su rostro
Un beso dejó en su frente
Y lo arropó con su negro vestido.


Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, noviembre 17/15






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