ENTONCES
[45]
En
su quietud, mi silencio encontró cobijo,
besos
de hojas secas, tranquilas, pacientes...
Voceaban
pájaros y destellos multiplicados
parecían
penetrar el profundo lago,
doblados
espejos, mis ojos, los tuyos.
Se
hablaban de amor y volaban en bandadas,
mis
azules pensamientos se agolpaban en la mente
quería
huir en medio de sus cantares,
con
ese fluir de alas abiertas por el horizonte.
Se
quedaron entonces a la deriva mis ideales,
alcé
mi rostro, ¿qué eran los sueños?
Se
dijeron ¡te quiero!, ¡te quiero!,
no
voltearon el rostro, escaparon al fin
a
una muerte más dulce en el cielo.
¿Quién
responde?
Dices pasar por la vida como noble,
cuándo somos pordioseros de ella.
cuándo somos pordioseros de ella.
Más
luego, sin pensar en nada,
bogué
como un tronco viejo
y
descansé en la orilla de tu boca.
¿Qué
estaba soñando?
¿Será
que estoy loca?
Era
que estaba en un mar y tú a mi lado,
adiviné
tus ojos negros en mí
tus
manos en las mías,
eran
perlas negras en mí perdidas
era
yo, el mismo océano,
y
eras tú mi barca, mi sueño,
que
en mi pecho ardía.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
abril 5/15
Excelente obra querida amiga, encantada de disfrutar de tus magistrales obras. Esta al igual que las anteriores me han fascinado! felicitaciones, besos mil.
ResponderEliminarGracias amiga
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