MUCHACHO
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Fue
casi una sola vez que lo vi, pero se quedó grabada su esquelética imagen en mi
corazón, los cables parecían raíces de un viejo árbol que trataba de robar
líquido inexistente a una tierra que jamás existió, porque su mismo corazón fue
un árido desierto que sólo tomaba lo que su cuerpo le indicaba, y la
consecuencia fue un Sida.
¿Cómo
olvidar esa mirada donde la esperanza está arrodillada ante ese
"algo" que sólo pueden ver los moribundos?, ¡Dios mío!, casi o grité,
fueron los ojos de la madre quienes más me conmovieron, un caso que me acaban
de entregar, una tarea sobre un ser humano, pero es la razón de mi estudio, y
es la fortuna que se me otorgó, para que pudiera regresar a casa con unas
monedas en la mano, y luego de éste loco pensamiento, imaginé que es mentira
que nosotros manejamos el destino, es una falsedad, el hombre se cree más que
Dios, y olvida permanentemente que somos un parpadeo en medio de la nada, en el
universo.
Revisé
mi teclado, ¡es hermoso!, nuevo, brillante, pero a veces enloquece y enajena,
como si estuviera drogado, y empieza a hablar incoherencias. Una patada tras
otra, pero ese chico se permitió el abuso, quiso probar de todo lo que no debía
y no se protegió al hacerlo, ¿mi teclado de quién se protege?, creo que de él
mismo pues sus parásitos no pueden con lo que guarda su interior, y desea votar
por un día más, hoy vendrá el médico de mi pc y volveré a sonreír, pues mi
pensamiento grita letras y no quiero gastar papel.
¿Qué
puede ser más valioso que la vida?, y en mi ingenuidad y poca cultura, escucho
a los canarios prisioneros, ya todos se fueron a sus árboles y esperando mejor
suerte la nevera de mi madre está llena de peras y sueños, me despido sin un
beso, olvidé cuando era niña que me
aferraba de sus pezones como garrapata en la piel de un perro, ahora soy
soberbia y altanera, pero es que lo llevo en la sangre, he de limpiarla con
tubos mágicos, he de sacar de mí lo que no sirve, para caminar descalza sobre
las rosas, y en un parpadeo me volví colibrí, en un segundo mis alas eran de
cóndor y en vez de correr volé, pues se me hacía tarde y el bus estaba por
llegar.
¡Adiós!,
fue una despedida cruel, los escucho gritar y gritar, lanzar y lanzar, sin
saber que alguien más poderoso, es quien dirige realmente nuestro andar, y
vuelvo la mirada hacia el árbol en mi puerta y Él se vuelve trocitos de plumas
doradas, azul y rojo, mis cachetes se encienden, y todo en mí se ilumina,
recuerdo que el muchacho cerró los ojos y no pudimos terminar la tarea, el
"Mago", había hecho su obra y el chico ni siquiera se enteró de que
había un poder más grande que todos, y pensó que era quien dirigía su historia,
y yo la mía.
¿Y
ahora qué hacemos?, nos vimos a los ojos ¡no podemos presentar el trabajo!, se
nos murió el paciente, ¿será que nos asignan a uno con cáncer?, ¡tiene qué
ser!, sino la tarea estaría inconclusa y mi semestre también, ¿será que paso a
sexto?, ¡Dios mío ojalá!, porque si no, estaremos jodidos, me tocaría pensar en
serio en otro descanso, algún día no muy lejano terminaré, y mientras tanto,
alguien más estará gritando y gimiendo, ¿qué haré?, ensayar en la carne que se
va, practicar en las bocas que no pueden gritar, y en los ojos que miran sin
ver, y se apagan ante nuestra impotencia.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
06-04-15
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