miércoles, 25 de febrero de 2015

SU MANO [102]

SU MANO [102]

Tengo memoria para cosas pequeñas, que en realidad son las más grandes. De aquél día su mirar oscuro, dos estrellas, mi camino en sus dedos... y a la sombra de un limonar, tan solo miel pura, solía brotar...

Recuerdo su voz… parecía que una roca fuerte hablara, y me sentía abrazada por tan cálida sombra, sin miedo, recorría cada pequeño camino que Él me indicaba.

Cada vez que bajo un árbol me arrimo, siempre llega ese algo extraño que me dice que él está en las heridas viejas del tronco, y cuando diviso caminitos de comején, la nostalgia llena mis ojos, se desborda la cascada, y temo que al fin mi lago se vuelva reseco y árido camino, donde solo quedan rocas y arena,  y las huellas del viejo caminante.

Ha pasado el tiempo… ahora casi alcanzo su edad, era un adulto que no quería envejecer, pero en el camino la espada tenía doble filo y el tronco dejó de respirar, sus pulmones se volvieron negra nube que se llevó mis sueños, dejando mi voz como la letanía de una llorona que busca el mar y jamás lo halla.

Recuerdo del amor las cenizas, las promesas que nunca fueron, más con Él todo era claro como el agua del manantial, y ahí abrieron los pétalos las amapolas, un sinsonte abrió su pico para cantar amores y entretejer en medio de sonidos de palmera, cada día lluvioso, que acercaba su barca a ese mágico velo blanco que lo llamaba.

Mi pequeño mar… así era Él, un cantar feliz de ola que va y viene y se repite sin parar…
Pero calló, cuando mi luna llena esperaba un retoño nuevo, mi dulce amor primero, me dejó su mano fría recorriendo dedos temblorosos, y cristales enmohecidos en su ventana al más allá, vestido de rosa y negro, con miles de flores que jamás vio.

Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, enero 28/15

© 10-491-97

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