SOÑANDO
[40]
"Y
al fin, cuando el sol decidió que era hora de partir, la luna, alistó su traje
de seda para bendecir la noche..."
Estaba
ahí, tal vez recordando en un ayer cuando el sol reventaba su piel, con su
cuello pegado de una reja, y su llamado
me invitó a correr, la solté y estaba tan feliz, inició a llover mucho y ahí en
medio de la lluvia se limpiaba una asquerosidad que se había untado en el
cuello, inmundicia humana, y al ver que no podía ella limpiar lo que le
molestaba, corrí por unos guantes y
jabón, y la bañé en medio de un torrencial aguacero.
¿Por
qué razón soñamos?, no lo sé… era un agua cristalina que corría y corría con
velocidad , y vino a mi memoria que así la encontré en la finca cierta vez, a
ella , mi bonita Doberman chocolate, África y el perrito Popeye, no fueron
buenos con ellos, la piel ampollada al sol, y corrían detrás del carro cuando
ya nos regresábamos, no pude abandonarlos ahí y me los traje, fueron varios
meses para sanar sus heridas, y cuando estaban gordos y hermosos, los llevé de
nuevo, le tenían odio sobre todo a la perrita, porque ella sabía que se
llevaban las cosas y se inventaban historias, pero en el camino las cargas se
ajustan, y cada quien recibe de su obra y así fue… sucesos posteriores me dicen
que todo lo que hagamos se paga aquí… pero no dejaré recuerdo de quienes
torturaron y sometieron a mis angelitos, simplemente anoche soñé con ella, fui
a la finca, visité las tumbas de todos, les hablé, pero a ella no sé en qué
sitio la dejaron, cuando el camión cargado con mis chécheres regresó a
Barranquilla, la dejé a ella en estado avanzado de preñez, la dejaron morir con
sus cachorros en medio de una gusanera, nunca me perdonaré esto, ella era fiel,
maravillosa, nunca perdía mi rastro, a donde iba ahí estaba con su dulzura,
pero en la noche era una fiera, sabía que tenía que cuidar la propiedad, y esto
no le gusta a quien obra mal, la querían desaparecer.
Me
apena mucho, pensar que quienes quedaron no la cuidaron ni protegieron a sus
cachorros… ni cuidaron a los perros que allá quedaron, entonces después de su
muerte horrible pues mi madre me relató lo que encontró, me traje a todos los
perros para mi casa, son mis ángeles, buenos, no como mucha gente, ellos sólo
saben amar y bendicen mis días con sus miradas y alegras mis tristezas con sus
propias alegrías.
Pero
anoche corrimos juntas como hace algún tiempo, cuando llovía y aprovechaba a
bañarla, también lo hice, mi bonita perrita, perdóname… tenía tantos problemas
con el Serbio, a veces llegan momentos difíciles, a todos nos sucede y no soporté
más ese ambiente para mis hijos, de mucho maltrato y gritos, los militares se
acostumbran a gritar, y creen que todos somos sus soldados… ¡en sus marcas!...
y punto… una nueva maracuyá para mi
árbol… Sorry… anoche pasando fotos llamadas y llamadas, ¡Hola!, y un nombre
nuevo: Sandrita Patricia, y no cogemos juicio… ¡después que no lloren!...
también nos cansamos, parezco un pobre venado en la llanura, pero ya no berreo,
sonrío tan solo… la vida es un panal de agridulces sabores y la libertad es un
manjar exquisito…
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla,
enero 11/15
10-491-97
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