Imagen: Alirio Rueda B
EL ÁRBOL
Como una inmensa palmera
sus hojas de luz nos arropan
y es el bosque un cantar mañanero
un paso de turpiales de árbol en árbol
perdices de campo, de pastizal en pastizal,
y al levantar la mirada: ¡ahí estás!.
Un frío es bendición en verano
pero abrigas en cualquier estación,
los árboles sus hojas nos donan
y un lecho cubre nuestro hogar
cada vez mejor.
Benditos tus rayos, el alba y tu voz
cantares de montes ¿será que volverán?
se agitan las sierras, y temo llorar
pero brotan nuevas, ¿quién las socorrerá?
Arriba de todo, tu luz es mi guía
mi puerto, mi anhelo, mi amor.
¿Que fuera de mí sin éste cariño?
¿Qué sería de la niñez pálida sin una oración?
Y arriba de todo, tu norte persigo
quito lo negro de mi traje,
¿será mugre de cocina?
no lloro, no, no puedo llorar
eres Señor del huerto gigante,
mi único camino sin rocas ni espinos
donde al fin, el descanso llegará.
Y eres para el sembrador su aroma
para el cansado su fin,
para el malvado su esperanza
para todos, lo mejor, lo mayor
a donde la barca permita llegar
casita bordada en estrellas
donde reina la paz.
Raquel Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 5/14
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