PÁJAROS
Me di cuenta que estaban felices, unas corrían, otras volaban,
las más pequeñas buscaban refugio bajo las tibias alas de la madre y las más
inquietas, daban un paso adelante, temblorosas pero animadas por el ruido de
afuera.
Picotea las naranjas un turpial, un azulejo le sigue de vuelta,
un gorrión levanta la moña que lo hace diferente, una garza se eleva, un águila
muestra el esplendor de un nuevo día y yo, tan solo viendo desde mi rincón a los maestros van y vienen dejando una tarea para nosotros, ¿aprenderemos?
Arriba de todo no hay distancias, las murallas no existen y
menos las divisiones, pero hay aves de metal que dañan la pureza del aire, dragones en la tierra, que con igual fiereza, recorren los senderos vírgenes del
bosque y dejan tras de sí, desolación y miedo.
¿A dónde vas ahora?, llegan al sitio del árbol, ¡felices!, pero no
saben qué ha pasado, y se alejan a territorios marcados, a empellones se
retiran con ese desconcierto de no saber hacia dónde volar, ni hacia donde
correr... Parecen pequeños seres humanos a quienes les han robado los sueños,
sucede muchas veces, se parecen a nosotros, la diferencia es que no pueden reclamar, porque
nadie pondría voz a sus quejas.
Hay pájaros de todos los colores, igual que nosotros, algunos
hacen nido en lo alto, otros a ras de piso, unos vuelan enormes distancias,
otros marcan pequeños senderos y bajo tierra fabrican sus nidos... ¿Será que
los que vuelan más alto son más importantes?, no lo creo, fue un privilegio la
altura, como lo es para los gorriones los mullidos pinos cerca del campanario
viejo y para los cucaracheros, propicio el rancho de paja, a donde encuentra
más de una ricura sin demasiado esfuerzo.
Las aves son las flores con movimiento que nos regaló el
Creador. Hay aves en la montaña, en las praderas, sobre el mar, inclusive los
peces son aves que nadan, tienen divinos trajes, ¿quién los adornaría con tal
magia?, ¿qué es bonito o feo?, ante nuestros ojos todo es magia. Existe un Rey que
no necesita corona, un Mago, un adivino, un amor que nos vuelve pájaros, y
hasta coloca alas en nuestro pensamiento para que volemos las distancias que
deseemos, o que desde nuestra prisión, busquemos el arpa que ha sido integrada a
nuestra garganta, para que cantemos de felicidad por cada segundo de vida.
¿Cuándo deja de cantar un ave?, tan solo si la enfermedad acude
y su pequeño corazón deja de latir, o si debe silenciar para proteger a sus
crías, o si mudan sus plumas, pues necesitan de esa energía para que luzcan
divinas y lustrosas.
Cantan lejos del nido y cerca de un amor. Usan los trinos
para seducir a las hembras, lo sé, porque fui pajarera profesional, y tan feliz
que deseaba como ellas, volar... volar enormes distancias y llegar a sus nidos
queriendo robar sus arpas para mí, pero ellas son de la libertad, dije: ¡nunca
más!, ni otro día, ni en otro estado volveré a tener un ave prisionera, queda
mi lorita, pero tal vez algún día halle su propia libertad, cuando la elegía de
su propia navidad, la sorprenda en un bosque de luz, lejos de mí.
¿Por qué las aves?, ellas me dejaron un recuerdo, mi necedad
tiene una cicatriz en el rostro, casi pierdo los ojos, ¿qué sería de mí si no
las volviera a ver?
Ellas son el rito, la oración, la voz del bosque, el prodigio
que nos acerca un poco y nos hace preguntas: ¿Qué clase de ave eres?...
Porque
hay un pájaro dentro de ti que no es humano, por eso es que podemos volar sin
plumas... es real... lo acabo de descubrir.
Raquel
Rueda Bohórquez
Barranquilla, diciembre 24/14
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